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Christmas shopping † Salem
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Christmas shopping † Salem
Christmas Shopping
Salem Saberhagen
7 de Diciembre | Callejón Diagon |
Las compras navideñas siempre habían sido la parte favorita de Nixie. Antes, ella se encargaba de decorar la casa donde vivía con su madre aunque a esta última no le gustara. El ambiente familiar que brindaba aquella época del año no tenía comparación. Unos días atrás había planeado con su tío lo que sería una cena familiar en la Mansión de los Dolohov, así que la joven se estaba encargando de comprar algunos adornos y también los regalos para la ocasión.
Tenía una lista que incluía a su esposo, su hija, sus tíos Richard, Rebekah, Harlan y Nastya, sus primos Piort, Antonin, Illyana, Leah, Gala, Agares y Megara, también para Aiden y Connor y por supuesto, la nana de su hija, Narella. Ya había conseguido la mayoría de los regalos, que llegarían a su casa ya con su envoltorio de colores. En realidad, ya tenía casi todos los regalos listos. Solo faltaban dos: los de sus dos amores.
A su princesa iba a comprarle el peluche de unicornio gigante que habían visto la última vez en una de las tiendas del callejón diagon, sin embargo, no estaba muy segura de que podría darle. Tras comprar el regalo de Eva y pedir que lo mandaran a la mansión para esconderlo, Nixie ingresó a una tienda donde vendían ropa, accesorios y demás cosas para hombre. A su tío Richard le había comprado un precioso reloj de oro y una botella de licor días atrás. Así que podría darse una idea para el regalo de Salem.
Comenzó a buscar entre los estantes de ropa aunque nada de lo que veía le gustaba para su esposo. Se estaba quebrando la cabeza por saber que regalarle. ¿Una loción? ¿Un traje nuevo? ¿Un reloj? Un trabajador se acercó para ayudarle. Nixie aceptó la ayuda. —¿Está buscando algo en especial, señorita?—preguntó el joven sonriendo—¿Es algún regalo para su padre? ¿su novio?—siguió preguntando. —Digame que puedo hacer por usted, señorita—añadió. El chico estaba muy cerca de ella.
—Es un regalo para alguien especial—respondió ella, sonriendo quizás demasiado. Cualquiera que los viera desde otro ángulo, pensaría cualquier otra cosa, incluso que eran pareja.
Tenía una lista que incluía a su esposo, su hija, sus tíos Richard, Rebekah, Harlan y Nastya, sus primos Piort, Antonin, Illyana, Leah, Gala, Agares y Megara, también para Aiden y Connor y por supuesto, la nana de su hija, Narella. Ya había conseguido la mayoría de los regalos, que llegarían a su casa ya con su envoltorio de colores. En realidad, ya tenía casi todos los regalos listos. Solo faltaban dos: los de sus dos amores.
A su princesa iba a comprarle el peluche de unicornio gigante que habían visto la última vez en una de las tiendas del callejón diagon, sin embargo, no estaba muy segura de que podría darle. Tras comprar el regalo de Eva y pedir que lo mandaran a la mansión para esconderlo, Nixie ingresó a una tienda donde vendían ropa, accesorios y demás cosas para hombre. A su tío Richard le había comprado un precioso reloj de oro y una botella de licor días atrás. Así que podría darse una idea para el regalo de Salem.
Comenzó a buscar entre los estantes de ropa aunque nada de lo que veía le gustaba para su esposo. Se estaba quebrando la cabeza por saber que regalarle. ¿Una loción? ¿Un traje nuevo? ¿Un reloj? Un trabajador se acercó para ayudarle. Nixie aceptó la ayuda. —¿Está buscando algo en especial, señorita?—preguntó el joven sonriendo—¿Es algún regalo para su padre? ¿su novio?—siguió preguntando. —Digame que puedo hacer por usted, señorita—añadió. El chico estaba muy cerca de ella.
—Es un regalo para alguien especial—respondió ella, sonriendo quizás demasiado. Cualquiera que los viera desde otro ángulo, pensaría cualquier otra cosa, incluso que eran pareja.
Re: Christmas shopping † Salem
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Nixie Dolohov
7 de diciembre | Callejón diagon |
La víspera de Navidad y todas aquellas fiestas no era exactamente algo que emocionara a Salem, menos aún si se remontaba a su pasado en los Estados Unidos. La masacre de su familia había ocurrido una noche de diciembre. El atentado terrorista que lo había dejado huérfano también había tenido lugar en esa época en la que todos cantaba paz y amor… No, sencillamente Salem no le tenía mucho aprecio a esa época del año. De hecho, le parecía la mayor hipocresía de la humanidad el querer dedicar unos cuantos días a compensar todo el amor, afecto, compresión y demás que no habían dado durante los otros once meses del año, o quizá diez, si incluía que febrero era otro mes para espirar culpas de conciencia para con los seres queridos.
Fuese como fuese, con todo y su perspectiva apática a las fechas, no podía desairar a quienes le rodeaban y se emocionaban con el ambiente navideño. Así pues, al final del día terminaba comprando turrones para comerlos de postres después de la cena, bastones de caramelo para Eva y obviamente no podían faltar los regalos de su parte para personas muy específicas y distintos a los regalos que hacía Nixie en nombre de los dos o más bien en nombre de la familia. Incluso acaba de ordenar un enorme peluche de unicornio para su hija, ignorando que su esposaba había hecho lo mismo para su regalo de navidad, por lo que la pequeña terminaría con dos enormes muñecos de felpa de diferentes colores para aquel día. También había confirmado ya el regalo de su esposa, una sorpresa que había mandado a hacer hacía un par de semanas atrás.
Lo más importante ya estaba hecho, pero aun le quedaban unos cuantos pendientes en la lista de compras, aunque no estaba seguro de qué regalarles a esas personas. Frunció el ceño, un poco pensativo, deteniendo su paso a mitad de la calle y mirando en dirección a un local donde vendía cosas para hombres de cierto estatus. Quizá ahí podría encontrar algo para Dolohov, pensó, cruzando de cera a cera, sin tomarse la molestia en voltear a ver hacia los lados.
Cuál sería su sorpresa que, al entrar, su primer plano fue ver al dependiente y a Nixie ahí, riendo. Su Nixie. Su esposa. Ahí. Riendo. Ahí, con otro hombre. ¿Qué? Parpadeó un par de veces. Tal vez sus ojos lo engañaban. Tal vez esa no era Nixie y la fatiga lo estaba haciendo ver mal, pero no. Por más que parpadeó la imagen no cambió y poco a poco la sensación de incredulidad se volvió enojo. ¿No debía de estar ella en casa cuidando de Eva? ¿Qué hacía ahí tan feliz de la vida y con otro hombre? Sí, el otro hombre evidentemente era un trabajador de la tienda, pero estaba demasiado cerca de ella y parecían estarse divirtiendo demasiado para solamente estar hablando de ropa.
Adoptó una postura altanera, irguiendo la espalda y elevando la cabeza, lo suficiente como para la nariz casi apuntara al cielo y su mirada se entrecerrara con condescendencia al tener que ver hacia abajo. Avanzó lentamente, fingiendo que no los había notado aun, mas fue directamente a un lado de ellos, donde estaban acomodadas unas finas corbatas. Sus puños se cerraron con fuerza y su mente barajeaba distintas opciones: podía exigir explicaciones, esperar a que ella se las diera, romperle la cara al tipo de una vez o tomar a Nixie del brazo sin decir nada y llevársela de ahí.
Fuese como fuese, con todo y su perspectiva apática a las fechas, no podía desairar a quienes le rodeaban y se emocionaban con el ambiente navideño. Así pues, al final del día terminaba comprando turrones para comerlos de postres después de la cena, bastones de caramelo para Eva y obviamente no podían faltar los regalos de su parte para personas muy específicas y distintos a los regalos que hacía Nixie en nombre de los dos o más bien en nombre de la familia. Incluso acaba de ordenar un enorme peluche de unicornio para su hija, ignorando que su esposaba había hecho lo mismo para su regalo de navidad, por lo que la pequeña terminaría con dos enormes muñecos de felpa de diferentes colores para aquel día. También había confirmado ya el regalo de su esposa, una sorpresa que había mandado a hacer hacía un par de semanas atrás.
Lo más importante ya estaba hecho, pero aun le quedaban unos cuantos pendientes en la lista de compras, aunque no estaba seguro de qué regalarles a esas personas. Frunció el ceño, un poco pensativo, deteniendo su paso a mitad de la calle y mirando en dirección a un local donde vendía cosas para hombres de cierto estatus. Quizá ahí podría encontrar algo para Dolohov, pensó, cruzando de cera a cera, sin tomarse la molestia en voltear a ver hacia los lados.
Cuál sería su sorpresa que, al entrar, su primer plano fue ver al dependiente y a Nixie ahí, riendo. Su Nixie. Su esposa. Ahí. Riendo. Ahí, con otro hombre. ¿Qué? Parpadeó un par de veces. Tal vez sus ojos lo engañaban. Tal vez esa no era Nixie y la fatiga lo estaba haciendo ver mal, pero no. Por más que parpadeó la imagen no cambió y poco a poco la sensación de incredulidad se volvió enojo. ¿No debía de estar ella en casa cuidando de Eva? ¿Qué hacía ahí tan feliz de la vida y con otro hombre? Sí, el otro hombre evidentemente era un trabajador de la tienda, pero estaba demasiado cerca de ella y parecían estarse divirtiendo demasiado para solamente estar hablando de ropa.
Adoptó una postura altanera, irguiendo la espalda y elevando la cabeza, lo suficiente como para la nariz casi apuntara al cielo y su mirada se entrecerrara con condescendencia al tener que ver hacia abajo. Avanzó lentamente, fingiendo que no los había notado aun, mas fue directamente a un lado de ellos, donde estaban acomodadas unas finas corbatas. Sus puños se cerraron con fuerza y su mente barajeaba distintas opciones: podía exigir explicaciones, esperar a que ella se las diera, romperle la cara al tipo de una vez o tomar a Nixie del brazo sin decir nada y llevársela de ahí.
Re: Christmas shopping † Salem
Christmas Shopping
Salem Saberhagen
7 de Diciembre | Callejón Diagon |
Nixie seguía observando la ropa, evaluando cual sería la mejor, aunque sinceramente nada de ahí llamaba su atención o al menos no creía que Salem fuera a usar. Revisaba los sacos, sintiendo la textura de la tela para saber que tan fina o de calidad era. —O, ¿un novio especial, eh?—preguntó el joven sonriendo de forma cómplice. Nixie asintió. En realidad no era un novio, era su esposo. Pero no se molestó en aclararlo.
Había distintos colores, pero sabía que a Salem adoraba los colores oscuros: el negro, el azul y el gris, así que ella se enfocó en dichos colores, sin embargo, seguía sin estar del todo convencida. De repente su rostro expresaba su disgusto. Emitió un tenue suspiro. —Nada de lo que esta aquí me convence, ¿No tiene algo más… especial?—preguntó de nuevo, pasándose la mano por el cabello para peinarlo.
De repente sintió un escalofrío. Reconocía esa sensación y también esa mirada. Tardó unos segundo en mirar a la puerta pero ahí no había nadie. Sabía que él estaba ahí pero no lo ubicaba. —Bueno, tenemos un paquete especial para estas situaciones—dijo el joven.—Sigame por favor, le mostraré—le indicó y señaló el siguiente estante. Nixie dudó unos instantes y asintió, se encaminó al lado del joven quien no para de sonreír.
No entendía si era excesiva amabilidad o algo más. —El paquete consiste en un traje negro elegante que consta de saco, camisa, corbata, pantalón y calcetines. Una botella de vino, un kit de afeitado para hombre y nuestra loción más selecta—explicó. A Nixie le agradó la idea. —Sí, me parece bien, empaquelo todo y enseguida iré a pagar—dijo, mientras sacaba de su bolsa la dirección a donde quería que mandaran el regalo y se la entregó sonriendo.
—Seguiré viendo que hay, gracias—. La joven volvió a donde estaba y de repente chocó contra un hombre. Nixie se sintió ligeramente aturdida y se tocó la cabeza, luego se agarró el vientre con suavidad cuando sintió un vuelco. Alzó la mirada y entonces lo vio. —¡Salem!—exclamó con cierto temor en su voz ya que lo había tomado por sorpresa.
—¿Qué...qué haces aquí? ¿No debería de estar trabajando?—preguntó con nerviosismo. Sabía lo mucho que Salem destestaba que ella saliera de casa sin avisar. Notó su estado de ánimo. —¿Su...sucede algo?—preguntó. Conocía esa expresión en su rostro. Nada bueno le esperaba a Nixie.
Había distintos colores, pero sabía que a Salem adoraba los colores oscuros: el negro, el azul y el gris, así que ella se enfocó en dichos colores, sin embargo, seguía sin estar del todo convencida. De repente su rostro expresaba su disgusto. Emitió un tenue suspiro. —Nada de lo que esta aquí me convence, ¿No tiene algo más… especial?—preguntó de nuevo, pasándose la mano por el cabello para peinarlo.
De repente sintió un escalofrío. Reconocía esa sensación y también esa mirada. Tardó unos segundo en mirar a la puerta pero ahí no había nadie. Sabía que él estaba ahí pero no lo ubicaba. —Bueno, tenemos un paquete especial para estas situaciones—dijo el joven.—Sigame por favor, le mostraré—le indicó y señaló el siguiente estante. Nixie dudó unos instantes y asintió, se encaminó al lado del joven quien no para de sonreír.
No entendía si era excesiva amabilidad o algo más. —El paquete consiste en un traje negro elegante que consta de saco, camisa, corbata, pantalón y calcetines. Una botella de vino, un kit de afeitado para hombre y nuestra loción más selecta—explicó. A Nixie le agradó la idea. —Sí, me parece bien, empaquelo todo y enseguida iré a pagar—dijo, mientras sacaba de su bolsa la dirección a donde quería que mandaran el regalo y se la entregó sonriendo.
—Seguiré viendo que hay, gracias—. La joven volvió a donde estaba y de repente chocó contra un hombre. Nixie se sintió ligeramente aturdida y se tocó la cabeza, luego se agarró el vientre con suavidad cuando sintió un vuelco. Alzó la mirada y entonces lo vio. —¡Salem!—exclamó con cierto temor en su voz ya que lo había tomado por sorpresa.
—¿Qué...qué haces aquí? ¿No debería de estar trabajando?—preguntó con nerviosismo. Sabía lo mucho que Salem destestaba que ella saliera de casa sin avisar. Notó su estado de ánimo. —¿Su...sucede algo?—preguntó. Conocía esa expresión en su rostro. Nada bueno le esperaba a Nixie.
Re: Christmas shopping † Salem
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Nixie Dolohov
7 de Diciembre | Callejón Diagon |
La verdad era que Salem no había escuchado para nada de la conversación que Nixie tuvo con el hombre aquel, pero eso no impidió que se sintiera molesto por la forma en la que se desenvolvían ambos. Él estaba demasiado cerca de ella, y ella lucía demasiado contenta, y eso no le gustaba en lo más mínimo. ¿Con qué derecho se creía ese tipo para estar mirando así a su esposa, SU mujer? La sangre le estaba hirviendo, y aunque no era muy común en él eso de tener arranques de ira, se le antojaba mucho borrarle la sonrisa al tipo ese de un puñetazo.
Sin perderle de vista, Salem siguió parado ahí y deliberadamente se colocó frente a Nixie a ver si de una buena vez lo notaba. Parecía buena idea, pero se arrepintió casi al instante, sobre todo al notar la reacción de la mujer. Su esposa parecía de repente muy delicada y dado su estado actual, no era momento para hacerla pasar un mal rato. ¿Y ahora qué hacía?
—Sí —contestó cuando escuchó su nombre y arqueó una ceja como si esperar algo más. En el fondo quería una disculpa por andarle sonriendo al tipo ese, pero sabía que eso no iba a pasar, porque Nixie ni siquiera era consiente de que había “hecho algo malo”. —¿No deberías tú estar en la casa? —contra atacó, respondiendo con otra pregunta y mirándola de arriba a abajo—. ¿Dejaste a Eva en casa? —inquirió, desviando el tema y sin poder disimular del todo su reproche.
Sabía que no debía de enojarse con ella, pero estaba celoso y molesto. La sensación en su estomago se revolvía y el corazón le latía con fuerza, listo para atacar si alguien se acercaba a su mujercita. Desgraciadamente, alguien se estaba acercando… —Ahí viene tu dependiente —comentó con desdén, enfatizando el posesivo en la oración, esperando que Nixie entendiera la indirecta.
Sin perderle de vista, Salem siguió parado ahí y deliberadamente se colocó frente a Nixie a ver si de una buena vez lo notaba. Parecía buena idea, pero se arrepintió casi al instante, sobre todo al notar la reacción de la mujer. Su esposa parecía de repente muy delicada y dado su estado actual, no era momento para hacerla pasar un mal rato. ¿Y ahora qué hacía?
—Sí —contestó cuando escuchó su nombre y arqueó una ceja como si esperar algo más. En el fondo quería una disculpa por andarle sonriendo al tipo ese, pero sabía que eso no iba a pasar, porque Nixie ni siquiera era consiente de que había “hecho algo malo”. —¿No deberías tú estar en la casa? —contra atacó, respondiendo con otra pregunta y mirándola de arriba a abajo—. ¿Dejaste a Eva en casa? —inquirió, desviando el tema y sin poder disimular del todo su reproche.
Sabía que no debía de enojarse con ella, pero estaba celoso y molesto. La sensación en su estomago se revolvía y el corazón le latía con fuerza, listo para atacar si alguien se acercaba a su mujercita. Desgraciadamente, alguien se estaba acercando… —Ahí viene tu dependiente —comentó con desdén, enfatizando el posesivo en la oración, esperando que Nixie entendiera la indirecta.
Re: Christmas shopping † Salem
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Salem Saberhagen
7 de Diciembre | Callejón Diagon |
La joven estaba esperando a que Salem le dijera que ocurría pero tampoco era tanto y podía intuir las intenciones de su esposo. Lo conocía lo suficientemente bien por lo que ahora ella se sentía culpable por no haberle avisado que iba a salir. Si por él fuera, Nixie no tendría que trabajar ni salir de la mansión, pero sabía también que a Salem no le gustaría del todo mantenerla prisionera. Se mordió el labio inferior con suavidad ya que él no le dijo absolutamente nada y en cambio él hizo las preguntas.
—Si, pero aproveché que no debía ir a trabajar para hacer las compras navideñas—se excusó ella, luego asintió. —Sí. Eva se quedó en casa con Narella, estaba cansadita de tanto jugar, por eso también vine—explicó de nueva cuenta. —¿Ahora me vas a responder tú?—preguntó con calma, no pretendía molestarlo. —Siento no haberte avisado, amor, pero estabas trabajando y no quería molestarte—dijo finalmente, agachando la mirada.
Sintió un pequeño vuelco en su estómago. El dependiente se acercó, Nixie lo miró de reojo y sacó la bolsita de los galeones para pagar, junto a la tarjeta con las indicaciones. —Gracias—respondió ella. —No hay de que, bella señorita—dijo él, luego miró a Salem de arriba abajo, barriéndolo con la mirada. —Señorita, ¿Este caballero la está molestando?—preguntó pero no espero a que él respondiera—De ser así, le pido cabellero que deje de molestar a la joven o en su caso, acosarla que desde que llegó, no ha parado de mirarla. La incomoda—defendió él.
Nixie palideció y negó con la cabeza. —No, no, esta bien—intentó tranquilizar, ya que parecía ser que Salem quería golpearlo con fuerza. Nixie temió.
—Si, pero aproveché que no debía ir a trabajar para hacer las compras navideñas—se excusó ella, luego asintió. —Sí. Eva se quedó en casa con Narella, estaba cansadita de tanto jugar, por eso también vine—explicó de nueva cuenta. —¿Ahora me vas a responder tú?—preguntó con calma, no pretendía molestarlo. —Siento no haberte avisado, amor, pero estabas trabajando y no quería molestarte—dijo finalmente, agachando la mirada.
Sintió un pequeño vuelco en su estómago. El dependiente se acercó, Nixie lo miró de reojo y sacó la bolsita de los galeones para pagar, junto a la tarjeta con las indicaciones. —Gracias—respondió ella. —No hay de que, bella señorita—dijo él, luego miró a Salem de arriba abajo, barriéndolo con la mirada. —Señorita, ¿Este caballero la está molestando?—preguntó pero no espero a que él respondiera—De ser así, le pido cabellero que deje de molestar a la joven o en su caso, acosarla que desde que llegó, no ha parado de mirarla. La incomoda—defendió él.
Nixie palideció y negó con la cabeza. —No, no, esta bien—intentó tranquilizar, ya que parecía ser que Salem quería golpearlo con fuerza. Nixie temió.
Re: Christmas shopping † Salem
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Nixie Dolohov
7 de Diciembre | Callejón Diagon |
No había que complicarse demasiado la vida. Salem era así, un tanto manipulador para con las personas que lo rodeaban. Sabía de sobra que, la mayor parte del tiempo, su silencio era más acusador que sus palabras. Por lo tanto, decidió deliberadamente no contestar de buenas a primeras las preguntas de su esposa, sino que la escuchó en silencio y con un gesto serio en el rostro.
La joven bruja se justificó ante él, explicando lo que era obvio y que en el fondo él entendía sin ningún problema. No estaba enojado porque ella saliera, aunque le hubiera gustado que le avisara, solo en caso de que necesitara algo. Tampoco le molestaba que dejara a Eva en casa, por algo estaba Narella para cuidarla. Realmente el problema no era nada de eso. Su problema radicaba en el dependiente que le estaba coqueteando y que ella no notara esas intenciones y le permitiera acercarse más de lo que él consideraba apropiado para una mujer casada, SÚ mujer había que resaltar.
Salem permaneció en silencio y no cambió su expresión, pese a que ya comenzaba a doblegarse por dentro. Odiaba que Nixie se pusiera triste y en su estado se encontraba más sensible de lo normal, por lo que, al verla agachar la mirada, pensó que se iba a echar a llorar. Desafortunadamente, antes de que dijera cualquier cosa, el dependiente ya había abierto la boca para decir una sarta de estupideces que solo lo hicieron fruncir el ceño y apretar los puños con más fuerza.
Uno. Dos. Tres. Cuatro… ¿qué seguía? Eso de contar hasta el diez no le estaba funcionando. ¿Lo estaban echando del lugar? ¿A él? ¿Qué ese tipo no sabía con quien se estaba metiendo? Evidentemente no. —Interesante concepto, no sabía que mirar a MI ESPOSA era sinónimo de acoso —habló finalmente, enfatizando con sus palabras lo que él consideraba era su derecho sobre Nixie. Hasta donde Salem entendía, él podía agarrar a su mujer en brazos y llevársela de ahí, le gustara a quien le gustara, porque era suya, y si él no quería que estuviera ahí, no iba a estar y punto.
Los nudillos de Salem estaban blancos por la fuerza que ejercía en sus propios puños. Quería golpearlo con tantas ganas que esa sonrisa se le borrara de por vida, peor no podía. —¿Cuánto te gusta tu trabajo? Porque como sigas mirándola así, no te durará mucho —amenazó al notar que el dependiente seguía mirando descaradamente a su esposa. Estaba a nada de hacer un desplante ahí. Llamar al dueño y decirle que no quería nada de su mercancía, que podía quedarse con el dinero, pero que de su cuenta corría que nadie importante le volviera a comprar ni una corbata, pero se contenía porque Nixie estaba ahí y sabía lo mucho que eso abochornaba a su esposa. Nixie era una dulzura de persona y no aprobaba su comportamiento de tirano. Quizá nunca se lo había dicho, pero él lo sabía. Sabía que podía asustar a Nixie con ese compartimiento.
—¿Ocurre algo? —preguntó un hombre bajito y bonachón que era el dueño del lugar, acercándose hacia la escena que ya había provocado el cuchicheo entre los demás clientes.
La joven bruja se justificó ante él, explicando lo que era obvio y que en el fondo él entendía sin ningún problema. No estaba enojado porque ella saliera, aunque le hubiera gustado que le avisara, solo en caso de que necesitara algo. Tampoco le molestaba que dejara a Eva en casa, por algo estaba Narella para cuidarla. Realmente el problema no era nada de eso. Su problema radicaba en el dependiente que le estaba coqueteando y que ella no notara esas intenciones y le permitiera acercarse más de lo que él consideraba apropiado para una mujer casada, SÚ mujer había que resaltar.
Salem permaneció en silencio y no cambió su expresión, pese a que ya comenzaba a doblegarse por dentro. Odiaba que Nixie se pusiera triste y en su estado se encontraba más sensible de lo normal, por lo que, al verla agachar la mirada, pensó que se iba a echar a llorar. Desafortunadamente, antes de que dijera cualquier cosa, el dependiente ya había abierto la boca para decir una sarta de estupideces que solo lo hicieron fruncir el ceño y apretar los puños con más fuerza.
Uno. Dos. Tres. Cuatro… ¿qué seguía? Eso de contar hasta el diez no le estaba funcionando. ¿Lo estaban echando del lugar? ¿A él? ¿Qué ese tipo no sabía con quien se estaba metiendo? Evidentemente no. —Interesante concepto, no sabía que mirar a MI ESPOSA era sinónimo de acoso —habló finalmente, enfatizando con sus palabras lo que él consideraba era su derecho sobre Nixie. Hasta donde Salem entendía, él podía agarrar a su mujer en brazos y llevársela de ahí, le gustara a quien le gustara, porque era suya, y si él no quería que estuviera ahí, no iba a estar y punto.
Los nudillos de Salem estaban blancos por la fuerza que ejercía en sus propios puños. Quería golpearlo con tantas ganas que esa sonrisa se le borrara de por vida, peor no podía. —¿Cuánto te gusta tu trabajo? Porque como sigas mirándola así, no te durará mucho —amenazó al notar que el dependiente seguía mirando descaradamente a su esposa. Estaba a nada de hacer un desplante ahí. Llamar al dueño y decirle que no quería nada de su mercancía, que podía quedarse con el dinero, pero que de su cuenta corría que nadie importante le volviera a comprar ni una corbata, pero se contenía porque Nixie estaba ahí y sabía lo mucho que eso abochornaba a su esposa. Nixie era una dulzura de persona y no aprobaba su comportamiento de tirano. Quizá nunca se lo había dicho, pero él lo sabía. Sabía que podía asustar a Nixie con ese compartimiento.
—¿Ocurre algo? —preguntó un hombre bajito y bonachón que era el dueño del lugar, acercándose hacia la escena que ya había provocado el cuchicheo entre los demás clientes.
Re: Christmas shopping † Salem
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Salem Saberhagenv
7 de Diciembre | Callejón Diagon |
La situación para el matrimonio Saberhagen se estaba tornando ligeramente más difícil y los comentarios del joven que había atendido a Nixie para con Salem no eran los más adecuados, mucho menos inteligentes. Estaba claro que el chico no imaginaba ni de lejos que le estaba faltando el respeto a su esposo y menos aún, a un juez del wizengamot. Nixie era la única culpable de aquella situación, así que era su responsabilidad arreglar las cosas.
—Basta, es suficiente—dijo, aunque su voz no fue tan audible ni mucho menos autoritaria. Salem no iba a permitir que un desconocido le dijera que era lo que podía hacer sobre Nixie. Y Nixie tampoco iba a permitirlo. —Salem, por favor, cálmate—le pidió en un tono de voz bajo y suave. Se puso frente a él, apoyando las manos en su pecho para sorpresa del joven. Claro, en comparación con Salem, Nixie era una niña. Intentó calmarlo, notaba sus puños apretados.
No quería que Salem se metiera en problemas por su culpa. —Amor, vamonos, ¿si?—solicitó ella, intentando llamar su atención aunque Salem le sacaba un buen tanto ya que era más alto que ella. Ella lo abrazó por la cintura y enterró su rostro en el pecho de él cual niña pequeña, tratando de calmarlo como podía. Pero entonces el otro hizo un comentario que quizás estaba demasiado fuera de lugar y que posteriormente se arrepentiría.
—Ella es demasiado joven para un hombre mayor como ustedes. Solo digo que parece que acosa a la joven y la tiene dominada—respondió él como si nada. —Matrimonio arreglado, seguramente...—dijo en tono más bajo que creyó que la pareja no escucharía, estaba equivocado. Al oír la pregunta de Salem, el joven le miró.—Me gusta mi trabajo y no creo que vayan a correrme, he defendido a esta señorita porque creo que es lo correcto—defendió él.
Nixie no sabía si el chico era defensor proclamado de las mujeres o era muy idiota. Lanzó una mirada a Salem para que él no se molestara pero sabía que a estas alturas del partido era imposible. Sin embargo, antes de que pudiera responder, el dueño de la tienda se acercó, quizás tratando de solucionar el problema. —Ha sido un mal entendido. Su empleo ha… ofendido a mi esposo ya que no sabía que lo era. Creo que...—miró al chico a modo de disculpa—...debería de hablar con él. Quizás sus intenciones fueron buenas, pero no debería de meterse en los problemas de los demás—dijo finalmente. Aunque no había sido un problema precisamente… bueno, la situación se entendía. —Mi esposo y yo nos retiraremos, aunque, lamento decir que su servicio deja mucho que desear...—dijo con tono firme.
—Basta, es suficiente—dijo, aunque su voz no fue tan audible ni mucho menos autoritaria. Salem no iba a permitir que un desconocido le dijera que era lo que podía hacer sobre Nixie. Y Nixie tampoco iba a permitirlo. —Salem, por favor, cálmate—le pidió en un tono de voz bajo y suave. Se puso frente a él, apoyando las manos en su pecho para sorpresa del joven. Claro, en comparación con Salem, Nixie era una niña. Intentó calmarlo, notaba sus puños apretados.
No quería que Salem se metiera en problemas por su culpa. —Amor, vamonos, ¿si?—solicitó ella, intentando llamar su atención aunque Salem le sacaba un buen tanto ya que era más alto que ella. Ella lo abrazó por la cintura y enterró su rostro en el pecho de él cual niña pequeña, tratando de calmarlo como podía. Pero entonces el otro hizo un comentario que quizás estaba demasiado fuera de lugar y que posteriormente se arrepentiría.
—Ella es demasiado joven para un hombre mayor como ustedes. Solo digo que parece que acosa a la joven y la tiene dominada—respondió él como si nada. —Matrimonio arreglado, seguramente...—dijo en tono más bajo que creyó que la pareja no escucharía, estaba equivocado. Al oír la pregunta de Salem, el joven le miró.—Me gusta mi trabajo y no creo que vayan a correrme, he defendido a esta señorita porque creo que es lo correcto—defendió él.
Nixie no sabía si el chico era defensor proclamado de las mujeres o era muy idiota. Lanzó una mirada a Salem para que él no se molestara pero sabía que a estas alturas del partido era imposible. Sin embargo, antes de que pudiera responder, el dueño de la tienda se acercó, quizás tratando de solucionar el problema. —Ha sido un mal entendido. Su empleo ha… ofendido a mi esposo ya que no sabía que lo era. Creo que...—miró al chico a modo de disculpa—...debería de hablar con él. Quizás sus intenciones fueron buenas, pero no debería de meterse en los problemas de los demás—dijo finalmente. Aunque no había sido un problema precisamente… bueno, la situación se entendía. —Mi esposo y yo nos retiraremos, aunque, lamento decir que su servicio deja mucho que desear...—dijo con tono firme.
Re: Christmas shopping † Salem
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Salem Saberhagenv
7 de Diciembre | Callejón Diagon |
El juez estaba perdiendo los estribos y su imagen se estaba viendo dañada por aquella escena. Intentaba calmarse, pero el dependiente no estaba ayudando con sus comentarios. Salem quería ignorarlo y centrarse en su esposa pero le era imposible. Las venas de su frente ya eran evidentes a causa de aquel enfado. —Nixie...— le llamó para calmarse un poco, pensando en que su actitud le estaba haciendo daño a su mujer. “Respira, Salem” se dijo a sí mismo.
Sintió las suaves manos de la joven y eso ayudó solo un poco a distraerse. La rodeó por la cintura con un gesto posesivo, dejando ver que en efecto, la niña era suya y de nadie más. Asintió. —Nos iremos...— dijo con cierta dificultad. Estaba por llevarse a Nixie de ahí cuando el chico que la había atendido, volvió a abrir la boca para decir un montón de tonterías sin sentido. Bufó pero se contuvo tanto como pudo.
Acarició la espalda de su esposa y sintió su pancita contra su cuerpo. Recordó que no debía causarle daños a su salud con estas escenas. —No te respondo como te mereces porque no vale la pena rebajarme a tu nivel— le dijo finalmente, respirando profundamente. Tras oír a su esposa hablar con el dueño de la tienda, Salem pensó que había tenido suficiente de aquel circo.
—Después pasaré a dejar mi queja. Y si quiere que familias importantes le sigan comprando, será mejor que cambie de empleado— comentó tan calmado como le fue posible. —Vamos— dijo al tiempo que jalaba a su esposa de la manos. No tardó mucho en salir de ahí con ella.
Sintió las suaves manos de la joven y eso ayudó solo un poco a distraerse. La rodeó por la cintura con un gesto posesivo, dejando ver que en efecto, la niña era suya y de nadie más. Asintió. —Nos iremos...— dijo con cierta dificultad. Estaba por llevarse a Nixie de ahí cuando el chico que la había atendido, volvió a abrir la boca para decir un montón de tonterías sin sentido. Bufó pero se contuvo tanto como pudo.
Acarició la espalda de su esposa y sintió su pancita contra su cuerpo. Recordó que no debía causarle daños a su salud con estas escenas. —No te respondo como te mereces porque no vale la pena rebajarme a tu nivel— le dijo finalmente, respirando profundamente. Tras oír a su esposa hablar con el dueño de la tienda, Salem pensó que había tenido suficiente de aquel circo.
—Después pasaré a dejar mi queja. Y si quiere que familias importantes le sigan comprando, será mejor que cambie de empleado— comentó tan calmado como le fue posible. —Vamos— dijo al tiempo que jalaba a su esposa de la manos. No tardó mucho en salir de ahí con ella.
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