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Summertime sadness ~ Salem
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Summertime sadness ~ Salem
24 de Marzo
Mientras Nixie andaba junto al grupito que formaban Nebula y Mikhail, se preguntó si realmente tenía ganas de asistir. Después de todo, el año anterior había sido completamente desastroso e incluso ella había salido un poco herida. Quizás su única motivación era el saber que podría ver a su familia, Salem había prometido ir y llevar a Eva con él. Solo aquello podía levantarle el ánimo pues incluso el aire lúgubre que se respiraba era demasiado para ella. Había decidido llevar un par de donas azucaradas para el pinic y en cuanto pudo, las dejó en manos de los encargados.
—¡Mami!—escuchó una pequeña vocecita a sus espaldas. Nixie se giró justo a tiempo para ver como Eva saltaba de los brazos de su padre y corría hacia donde la Slytherin para abrazarla por las piernas. De no haber sido porque previó su movimiento, quizás la hubiera derribado del impacto. Soltó una pequeña risita divertida mientras cargaba a la pequeña para llenarle el rostro de besos y mimos. —¡Hola muñeca!—le saludó con la misma emoción. A continuación sintió los brazos de Salem al rodearla. —Amor—susurró mientras se giraba para darle un beso en los labios. Había perdido de vista a los dos con los que venía, pero estaba contenta de que Salem y Eva hubiera ido.
Mientras Nixie andaba junto al grupito que formaban Nebula y Mikhail, se preguntó si realmente tenía ganas de asistir. Después de todo, el año anterior había sido completamente desastroso e incluso ella había salido un poco herida. Quizás su única motivación era el saber que podría ver a su familia, Salem había prometido ir y llevar a Eva con él. Solo aquello podía levantarle el ánimo pues incluso el aire lúgubre que se respiraba era demasiado para ella. Había decidido llevar un par de donas azucaradas para el pinic y en cuanto pudo, las dejó en manos de los encargados.
—¡Mami!—escuchó una pequeña vocecita a sus espaldas. Nixie se giró justo a tiempo para ver como Eva saltaba de los brazos de su padre y corría hacia donde la Slytherin para abrazarla por las piernas. De no haber sido porque previó su movimiento, quizás la hubiera derribado del impacto. Soltó una pequeña risita divertida mientras cargaba a la pequeña para llenarle el rostro de besos y mimos. —¡Hola muñeca!—le saludó con la misma emoción. A continuación sintió los brazos de Salem al rodearla. —Amor—susurró mientras se giraba para darle un beso en los labios. Había perdido de vista a los dos con los que venía, pero estaba contenta de que Salem y Eva hubiera ido.
Re: Summertime sadness ~ Salem
Un vistazo más de reojo al espejo y otro jalón en su pantalón por parte de su hija, pero Salem terminó por fin de alistarse para ir al Epitafio de Primavera en Hogsmade. Acaba de salir de trabajar y aunque no había tiempo para probar bocado o descansar algunos minutos, le había prometido a Nixie que esa noche se verían y lo cumpliría, aunque la vida se le fuera en ello.
Cargó a Eva para utilizar la red flu que llevaba directo a las chimeneas de la estación del tren de Hogsmade. Pensaba que su hija aún era demasiado pequeña para resistir una aparición y le daba algo de miedo que el traslado brusco la pudiese lastimar. Así que, mientras se sacudían la ceniza verdosa, comenzaron a andar por el pueblo, hacia el Lago Negro.
Las luces, el bullicio y los aromas de la comida creaban un ambiente agradable, cálido y acogedor, pese a la fresca brisa del atardecer que pronto daría paso a la noche.
Todavía no había demasiada gente, así que realmente no le fue difícil localizar a su esposa entre la multitud, especialmente con el pequeño grito que dio su hija. —Con cuidado —le advirtió a Eva, soltándole la mano para que fuera a con Nixie, mientras él se acercaba con pasos más moderados que la carrera que había dado su pequeña para abrazar a su mamá.
—Hola, amor —alcanzó a saludar contra los labios de su esposa, al mismo tiempo que la rodeaba con sus brazos y atrapaba su boca en un beso—. ¿Cómo estás? ¿Cómo va la noche? —preguntó una vez rompieron el beso.
Cargó a Eva para utilizar la red flu que llevaba directo a las chimeneas de la estación del tren de Hogsmade. Pensaba que su hija aún era demasiado pequeña para resistir una aparición y le daba algo de miedo que el traslado brusco la pudiese lastimar. Así que, mientras se sacudían la ceniza verdosa, comenzaron a andar por el pueblo, hacia el Lago Negro.
Las luces, el bullicio y los aromas de la comida creaban un ambiente agradable, cálido y acogedor, pese a la fresca brisa del atardecer que pronto daría paso a la noche.
Todavía no había demasiada gente, así que realmente no le fue difícil localizar a su esposa entre la multitud, especialmente con el pequeño grito que dio su hija. —Con cuidado —le advirtió a Eva, soltándole la mano para que fuera a con Nixie, mientras él se acercaba con pasos más moderados que la carrera que había dado su pequeña para abrazar a su mamá.
—Hola, amor —alcanzó a saludar contra los labios de su esposa, al mismo tiempo que la rodeaba con sus brazos y atrapaba su boca en un beso—. ¿Cómo estás? ¿Cómo va la noche? —preguntó una vez rompieron el beso.
Re: Summertime sadness ~ Salem
Había extrañado mucho los labios de Salem. Sonrió divertida porque no quería separarse de él, pero tuvieron que romper el beso por la falta de aire. —Estoy mejor ahora que has llegado, ¡Te extraño mucho!—exclamó pero a continuación vio el puchero que hizo su hija. Nixie se empezó a reír porque la niña comenzaban a quejarse—No te pongas a sí misma muñequita, a ti también te extraño, muchooooo—le aseguró, mientras le llena de besos el rostro.
—Te quiero hermosa—la estrujó contra ella. La pequeña se sintió satisfecha, abrazando a su madre. Luego volvió la atención a Salem—Todavía se siente un poco el ambiente lúgubre pero se hace lo que se puede—comentó mientras se acurrucaba con su esposo. Habían pasado un momento difícil el mes pasado, cuando ella perdió al bebé. Ahora solo querían disfrutar de Eva. —¿Y cómo estás tú? ¿Y Evita?—preguntó, besando el cuello de Salem un poco, sin poder contenerse.
En su regazo, Eva comenzó a señalar un puesto con manzanas con chile e inquieta se removía en su regazo. —¿Quieres algo de comer amor? Algo me dice que no tuvieron tiempo de comer algo—arqueó una ceja al tiempo que lo examinaba. Llevaban ya varios años juntos como para no saber cuándo algo estaba mal o cosas similares. Se conocían demasiado bien.
Le tomó de la mano mientras caminaban entre la gente para acercarse a las personas que estaban dando aperitivos. Comenzaba a hacer un poco de frío, por lo que cerró el suéter de su hija para abrigarla. —¿Quieres quedarte aquí amor? ¿O vamos a sentarnos al lago a comer algo?—preguntó esta vez a los dos.
—Te quiero hermosa—la estrujó contra ella. La pequeña se sintió satisfecha, abrazando a su madre. Luego volvió la atención a Salem—Todavía se siente un poco el ambiente lúgubre pero se hace lo que se puede—comentó mientras se acurrucaba con su esposo. Habían pasado un momento difícil el mes pasado, cuando ella perdió al bebé. Ahora solo querían disfrutar de Eva. —¿Y cómo estás tú? ¿Y Evita?—preguntó, besando el cuello de Salem un poco, sin poder contenerse.
En su regazo, Eva comenzó a señalar un puesto con manzanas con chile e inquieta se removía en su regazo. —¿Quieres algo de comer amor? Algo me dice que no tuvieron tiempo de comer algo—arqueó una ceja al tiempo que lo examinaba. Llevaban ya varios años juntos como para no saber cuándo algo estaba mal o cosas similares. Se conocían demasiado bien.
Le tomó de la mano mientras caminaban entre la gente para acercarse a las personas que estaban dando aperitivos. Comenzaba a hacer un poco de frío, por lo que cerró el suéter de su hija para abrigarla. —¿Quieres quedarte aquí amor? ¿O vamos a sentarnos al lago a comer algo?—preguntó esta vez a los dos.
Re: Summertime sadness ~ Salem
Como todo lo bueno de la vida, el beso tuvo que terminar y Salem suspiró, relamiéndose inconscientemente los labios al separarse. Echaba mucho de menos esos labios tan dulces y deliciosos de su esposa. La echaba de menos en general. Su presencia, su calor por las noches, su compañía, su sonrisa, su aroma, su todo en la vida. Los momentos en los que Nixie estaba en el colegio le resultaban algo irritantes y frustrantes por varias razones. —También te extraño y mucho —respondió, riendo un poco por la reacción de Eva, quien evidentemente exigía la atención de su madre y él no sería quien interfiriera en aquello.
—Y yo a ti, mami —respondió la pequeña, aferrándose a Nixie como si la vida se le fuera en ello, aunque pucherosa porque su mamá seguía mirando a su papi en lugar de mimosearla como ella quería. —Me alegra que mejoraran algo las cosas —comentó, sin perder la risa burlona y negó con la cabeza por la actitud de su hija. — ¡Feliz! ¡Muuuuy feliz! Te extrañé mucho, mami —contestó animada—. Ayer atrapé un nargle cuando estaba en el jardín y Hittlercito se comió un durazno él solito —le contó con emoción, pese a que después volvió a hacer puchero porque vio lo que hacían sus papis.
Un suspiro se le escapó a Salem tras el beso y asintió, para corroborar las palabras de su hija. —Estamos bien —dijo con una sonrisa difícil de disimular porque ese pequeño momento no tenía precioso. Una agradable sensación de calidez se instalaba en su pecho cada que estaban juntos como familia. — Vamos a comer algo —respondió y se le escapó una pequeña risa culpable. Nixie les conocía demasiado bien como para engañarla en el más minimo detalle.
—Quiero manzana con chilito —insistió Evita, señalando el lugar y dejándose abrigar—. ¡En el lago! —se adelantó a decir la pequeña, pese a que la pregunta era para su papi, a quien volteó a ver con su carita inocente y agitando sus pestañitas para convencerlo—. Vamos al lago —aceptó, tomando la mano de su esposa, entrelazando sus dedos y comenzado a caminar.
—Y yo a ti, mami —respondió la pequeña, aferrándose a Nixie como si la vida se le fuera en ello, aunque pucherosa porque su mamá seguía mirando a su papi en lugar de mimosearla como ella quería. —Me alegra que mejoraran algo las cosas —comentó, sin perder la risa burlona y negó con la cabeza por la actitud de su hija. — ¡Feliz! ¡Muuuuy feliz! Te extrañé mucho, mami —contestó animada—. Ayer atrapé un nargle cuando estaba en el jardín y Hittlercito se comió un durazno él solito —le contó con emoción, pese a que después volvió a hacer puchero porque vio lo que hacían sus papis.
Un suspiro se le escapó a Salem tras el beso y asintió, para corroborar las palabras de su hija. —Estamos bien —dijo con una sonrisa difícil de disimular porque ese pequeño momento no tenía precioso. Una agradable sensación de calidez se instalaba en su pecho cada que estaban juntos como familia. — Vamos a comer algo —respondió y se le escapó una pequeña risa culpable. Nixie les conocía demasiado bien como para engañarla en el más minimo detalle.
—Quiero manzana con chilito —insistió Evita, señalando el lugar y dejándose abrigar—. ¡En el lago! —se adelantó a decir la pequeña, pese a que la pregunta era para su papi, a quien volteó a ver con su carita inocente y agitando sus pestañitas para convencerlo—. Vamos al lago —aceptó, tomando la mano de su esposa, entrelazando sus dedos y comenzado a caminar.
Re: Summertime sadness ~ Salem
En el pasado, Nixie jamás se había visto formando una familia. Claro, era una niña que no pensaba en su futuro como otras que deseaban casarse con el mago de sus sueños. Para ella no tenía el menor sentido. No había crecido en un lugar sólido con una figura paterna y su madre apenas era un ser presente en su vida. Lo más cercano a una familia que había visto eran sus tíos Richard y Rebekah, así que no era de extrañar que quizás en el fondo lo deseara y se precipitara a ello. Podría resultar incluso confuso o sin sentido.
Pero ella era así. Finalmente a una edad demasiado temprana había formado una familia, pero en ningún momento se arrepentía. Estaba próxima a salir de Hogwarts, a entrar a la Academia de Misterios y a estar más tiempo con su pequeña pero hermosa familia. No podía pedir nada más. —En pocos meses eso se terminara y podremos estar juntos. Así Eva ya no estará tan solita, ¿verdad corazón?—dijo, volviendo su vista a su pequeña que se acurrucaba en su regazo, reclamando su atención. Nixie rió.
Escuchó a su hija atentamente, mirándola maravillada y orgullosa. —Eso es excelente, Eva. ¿Y qué hiciste con él después?—preguntó a su pequeña. Los Nargle a lo largo de los años, habían sido considerados de fantasía pero hasta ahora nadie podía comprobar su existencia por lo que no le dijo nada a la niña. Si ella había atrapado un nargle, lo había hecho. Luego de ello, rió al oír lo de Hittlercito. El murciélago había sido un regalo de Salem cuando ella era una niña y cuando Eva nació, se encariño con ella, por lo que ahora el animalito pasaba todo su tiempo con la pequeña, quien era una excelente cuidadora.
—¿En serio? Vaya, sí que Hittlercito come mucho—reconoció la mujer con una sonrisa. Frunció el ceño al descubrir que no habían comido aun y le dirigió a Salem una mirada de regaño aunque no le dijo nada. Lo jaló, aun cargando a Eva hacia el puesto donde estaban algunos pueblerinos atendiendo y sin consultar a Salem, le pidió un coctel de frutas—Te lo vas a comer sin chistar—le advirtió a su esposo. A continuación pidió la manzana con chilito para su hija y una para sí misma.
—Aquí tienes princesa—le entregó la manzana para que comiera. Después tomó el coctel y se lo entregó a su esposo. —Vamos—tras pagar, se fueron caminando hacia el lago. —¿Cómo te ha ido en el trabajo?—preguntó poco después mientras buscaban un lugar para sentarse.
Pero ella era así. Finalmente a una edad demasiado temprana había formado una familia, pero en ningún momento se arrepentía. Estaba próxima a salir de Hogwarts, a entrar a la Academia de Misterios y a estar más tiempo con su pequeña pero hermosa familia. No podía pedir nada más. —En pocos meses eso se terminara y podremos estar juntos. Así Eva ya no estará tan solita, ¿verdad corazón?—dijo, volviendo su vista a su pequeña que se acurrucaba en su regazo, reclamando su atención. Nixie rió.
Escuchó a su hija atentamente, mirándola maravillada y orgullosa. —Eso es excelente, Eva. ¿Y qué hiciste con él después?—preguntó a su pequeña. Los Nargle a lo largo de los años, habían sido considerados de fantasía pero hasta ahora nadie podía comprobar su existencia por lo que no le dijo nada a la niña. Si ella había atrapado un nargle, lo había hecho. Luego de ello, rió al oír lo de Hittlercito. El murciélago había sido un regalo de Salem cuando ella era una niña y cuando Eva nació, se encariño con ella, por lo que ahora el animalito pasaba todo su tiempo con la pequeña, quien era una excelente cuidadora.
—¿En serio? Vaya, sí que Hittlercito come mucho—reconoció la mujer con una sonrisa. Frunció el ceño al descubrir que no habían comido aun y le dirigió a Salem una mirada de regaño aunque no le dijo nada. Lo jaló, aun cargando a Eva hacia el puesto donde estaban algunos pueblerinos atendiendo y sin consultar a Salem, le pidió un coctel de frutas—Te lo vas a comer sin chistar—le advirtió a su esposo. A continuación pidió la manzana con chilito para su hija y una para sí misma.
—Aquí tienes princesa—le entregó la manzana para que comiera. Después tomó el coctel y se lo entregó a su esposo. —Vamos—tras pagar, se fueron caminando hacia el lago. —¿Cómo te ha ido en el trabajo?—preguntó poco después mientras buscaban un lugar para sentarse.
Re: Summertime sadness ~ Salem
Salem permaneció en silencio durante varios minutos, sonriendo y dejando que su hija hablara con su madre, tan animada y adorablemente como solo ellas podían. Una que otra risita se le escapó mientras las miraba de reojo, sobre todo cuando Eva le contaba animada a su mami cómo había atrapado un Nargle al que los pixies habían rescatado después. —Los pixies son muy feos. Me jalaron el pelo —se quejó la pequeña, haciendo un puchero y Salem rio un poquito más al recordar la pequeña mini batalla que tuvo su niña con unos duendecillos de Cornualles que se habían metido al jardín de la casa cuando ella andaba jugando—. Pero te defendiste muy bien —le recordó y la animó para que dejara el berrinche de lado y también para que Nixe no se fuera a preocupar.
Eva sonrió orgullosa y tal cual se había puesto pucherosa, volvió animadamente a contarle más cosas a su mami, toda animada mientras caminaban hacia el puesto de frutas. El hombre por su parte se limitó a sonreír con un deje de culpa ante la mirada acusadora de su esposa. —Quería verte, no había tiempo que perder —se excusó, recibiendo el coctel de frutas con algo de resignación. Algo era mejor que nada—. Gracias —.
—¡Gracias, mami! —gritó Eva, tomando su manzanita y abriendo la boca lo más que podía para dar una enorme mordida. Luego, con la boquita llena y haciendo muecas de estar masticando, estiró sus bracitos para que la volvieran a cargar, pues su mami la había dejado un momentito parada en el suelo en lo que compraban las cosas y ella no quería caminar. De hecho, ella no podría caminar detrás de sus papis que estaban todos altotes y daban pasotes. Un paso de su papi era como diez pacitos que tenía que dar ella.
—Vamos —asintió Salem y fue ahora él quien cargó a Eva, tomando rumbo al lago, hasta donde encontraron una banca de madera cerca de la orilla, donde pudieron sentarse. —Todo bien y tranquilo —respondió a la pregunta—. La rutina de siempre y bastante papeleo. No me han dado ningún caso particularmente interesante —añadió con una sonrisa algo burlona. En gran parte, ya ni siquiera los casos de asesinato lo sorprendían y a menos que hubiese alguna clase de anormalidad, conspiración o causas desconocidas, Salem ya estaba curado de espanto con respecto a las atrocidades que algunos magos o brujas podían llegar a hacer, ya fuese por venganza, ambición o simple placer—. ¿Y tú? ¿Cómo vas en las clases? —quiso saber, aunque como tutor a menudo le llegaban reportes de desempeño.
En lo que sus papis hablaban, Eva se aburrió un poquito y sin dejar su manzana con chilito, comenzó a explorar los alrededores, dando vueltas alrededor de la banquita en la que estaban sentados. Admiró las plantitas que ahí crecían, pateó un par de piedritas y como no queriendo la cosa, se fue acercando al lago, donde se entretuvo mirando a una rana que croaba encima de un montón de hojas de loto.
Eva sonrió orgullosa y tal cual se había puesto pucherosa, volvió animadamente a contarle más cosas a su mami, toda animada mientras caminaban hacia el puesto de frutas. El hombre por su parte se limitó a sonreír con un deje de culpa ante la mirada acusadora de su esposa. —Quería verte, no había tiempo que perder —se excusó, recibiendo el coctel de frutas con algo de resignación. Algo era mejor que nada—. Gracias —.
—¡Gracias, mami! —gritó Eva, tomando su manzanita y abriendo la boca lo más que podía para dar una enorme mordida. Luego, con la boquita llena y haciendo muecas de estar masticando, estiró sus bracitos para que la volvieran a cargar, pues su mami la había dejado un momentito parada en el suelo en lo que compraban las cosas y ella no quería caminar. De hecho, ella no podría caminar detrás de sus papis que estaban todos altotes y daban pasotes. Un paso de su papi era como diez pacitos que tenía que dar ella.
—Vamos —asintió Salem y fue ahora él quien cargó a Eva, tomando rumbo al lago, hasta donde encontraron una banca de madera cerca de la orilla, donde pudieron sentarse. —Todo bien y tranquilo —respondió a la pregunta—. La rutina de siempre y bastante papeleo. No me han dado ningún caso particularmente interesante —añadió con una sonrisa algo burlona. En gran parte, ya ni siquiera los casos de asesinato lo sorprendían y a menos que hubiese alguna clase de anormalidad, conspiración o causas desconocidas, Salem ya estaba curado de espanto con respecto a las atrocidades que algunos magos o brujas podían llegar a hacer, ya fuese por venganza, ambición o simple placer—. ¿Y tú? ¿Cómo vas en las clases? —quiso saber, aunque como tutor a menudo le llegaban reportes de desempeño.
En lo que sus papis hablaban, Eva se aburrió un poquito y sin dejar su manzana con chilito, comenzó a explorar los alrededores, dando vueltas alrededor de la banquita en la que estaban sentados. Admiró las plantitas que ahí crecían, pateó un par de piedritas y como no queriendo la cosa, se fue acercando al lago, donde se entretuvo mirando a una rana que croaba encima de un montón de hojas de loto.
Re: Summertime sadness ~ Salem
La mujer devolvió su atención a la pequeña criatura que no paraba de contarle sus aventuras, a Nixie en realidad le gustaba el entusiasmo de su hija y acariciaba su cabello mientras la escuchaba de forma atenta, fascinada. ¿Cómo era posible que Salem y Nixie fueran padres de esa preciosa niña de ojos claros? Abrió los ojos como platos, preocupada. ¿Cómo había pasado? ¿Era algo grave y le estaban ocultando la verdad? Sintió cierto pánico de solo imaginarlo, aunque probablemente se lo estaba imaginando todo.
—¿Te lastimaron? ¿Tenemos plaga de duendecillos? ¿Salem, qué pasó?—comenzó a preguntar sin poder controlar su instinto maternal de protección. Besó su frente y comenzó a revisarla. —Salem…—está vez se dirigió a su esposo. —Sabes que no me gusta que se vengan sin comer. Los dos. ¿Cuántas veces me has regañado tú por hacer eso? Y eres el primero en incumplirlo—se quejó ella mirándole fijamente, pero no estaba molesta ni mucho menos, solo quería que entendiera que era importante que comiera algo.
—Así que te lo vas a comer sin poner esa cara, ¿de acuerdo? Arruina tu hermoso rostro—le acarició la mejilla y la pellizcó un poco. Cuando la vocecita de Eva resurgió, Nixie soltó una risita mientras la miraba con ternura—Come despacio, Eva, no te vayas a ahogar—le advirtió, vigilando que comiera con tranquilidad para luego ella morder la manzana y disfrutar del sabor de la misma. Jugosa y picante, algo bastante delicioso.
Ahora fue Salem quien cargó a la pequeña por lo que Nixie tuvo que sostener el coctel para que este que no se cayera de sus manos. —En unos años, Eva va a estudiar aquí—comentó ella—¿Te gustaría princesita?—inquirió. Algo le decía que Eva podría ser una Slytherin o tal vez una Ravenclaw. La idea la hizo sonreír. Finalmente, tomaron asiento en la banca y escuchó la respuesta de su esposo. Ladeó la cabeza con curiosidad porque hace tiempo no había dicho lo mismo. —¿Qué pasó con la squib fugitivia?—quiso saber. —No me digas que…—se quedó inconclusa porque no quería pensar lo peor.
—Bien. Creo que aprobaré los EXTASIS con Extraordinario y Supera las Espectativas—le respondió—Espero que estés orgullosa de mi—le tomó de la mano por encima de la mesa. Luego le señaló el coctel con la mirada para que no olvidara comérselo. A continuación, miró a Eva de reojo—Cariño, ¡No te alejes demasiado!—le advirtió porque se acercaba demasiado a la orilla. —No te vayas a caer—le pidió con más suavidad.
—¿Te lastimaron? ¿Tenemos plaga de duendecillos? ¿Salem, qué pasó?—comenzó a preguntar sin poder controlar su instinto maternal de protección. Besó su frente y comenzó a revisarla. —Salem…—está vez se dirigió a su esposo. —Sabes que no me gusta que se vengan sin comer. Los dos. ¿Cuántas veces me has regañado tú por hacer eso? Y eres el primero en incumplirlo—se quejó ella mirándole fijamente, pero no estaba molesta ni mucho menos, solo quería que entendiera que era importante que comiera algo.
—Así que te lo vas a comer sin poner esa cara, ¿de acuerdo? Arruina tu hermoso rostro—le acarició la mejilla y la pellizcó un poco. Cuando la vocecita de Eva resurgió, Nixie soltó una risita mientras la miraba con ternura—Come despacio, Eva, no te vayas a ahogar—le advirtió, vigilando que comiera con tranquilidad para luego ella morder la manzana y disfrutar del sabor de la misma. Jugosa y picante, algo bastante delicioso.
Ahora fue Salem quien cargó a la pequeña por lo que Nixie tuvo que sostener el coctel para que este que no se cayera de sus manos. —En unos años, Eva va a estudiar aquí—comentó ella—¿Te gustaría princesita?—inquirió. Algo le decía que Eva podría ser una Slytherin o tal vez una Ravenclaw. La idea la hizo sonreír. Finalmente, tomaron asiento en la banca y escuchó la respuesta de su esposo. Ladeó la cabeza con curiosidad porque hace tiempo no había dicho lo mismo. —¿Qué pasó con la squib fugitivia?—quiso saber. —No me digas que…—se quedó inconclusa porque no quería pensar lo peor.
—Bien. Creo que aprobaré los EXTASIS con Extraordinario y Supera las Espectativas—le respondió—Espero que estés orgullosa de mi—le tomó de la mano por encima de la mesa. Luego le señaló el coctel con la mirada para que no olvidara comérselo. A continuación, miró a Eva de reojo—Cariño, ¡No te alejes demasiado!—le advirtió porque se acercaba demasiado a la orilla. —No te vayas a caer—le pidió con más suavidad.
Re: Summertime sadness ~ Salem
La pequeña Eva asintió energéticamente y con un puchero acusativo ante las preguntas de su mami, más que nada porque seguía enojada con aquellas criaturas azules tan feas que la habían estado molestando, pero Salem negó con la cabeza y explicó mejor las cosas a Nixie para que no se preocupara. —No le hicieron nada, solo estaban jugando y ella también comenzó a aventarles piedras —le recordó a su hija, quien se cruzó de brazos, aun pucherosa—. No es ninguna plaga de duendes, solo fueron unos dos que se colaron y se toparon con nuestro monstruito, que insisto, se defendió muy bien —replicó con una sonrisa, consiguiendo que Eva sonriera orgullosa.
Salem tenía como filosofía proteger a su hija, sí, pero también enseñarla a no temerle a nada, no solo porque un día él ya no iba a estar ahí para cuidarla, sino porque la pequeña pasaba demasiado tiempo sola en casa y era en su mejor interés que se supiera defender cuando él estaba fuera. Fuese lo que fuese, Eva era una niña muy autosuficiente, mimada y caprichosa por ser hija única, pero también muy madura para su corta edad. —Lo sé, pero se me hizo tarde en el trabajo y si no nos apurábamos no íbamos a poder verte —volvió a justificarse, sosteniéndole la mirada y sonriéndole, pues no era su intención discutir por algo tan trivial.
Cerró los ojos e hizo una mueca ante el pellizco en su rostro. —Lo que diga mi brujita —accedió a comer, aunque luego se le olvidó por estar cargando a su hija, quien comía animadamente su manzanita. —Lo siento —se disculpó la niña, sonrojándose un poco por estar comiendo tan de prisa y ya con toda la carita manchada de chile. Salem rio y la limpió con su pañuelo. —¡Yo quiero estar aquí y ser como mami! —gritó emocionada al escuchar lo que decía su mamá—. ¿Y vendrán a verme? —preguntó de repente, cayendo en cuenta que si estudiaba ahí se tendría que quedar en el castillo y no podría estar en casa, así como pasaba con su mamá.
—Siempre que quieras, princesa —respondió Salem enseguida y luego la dejó ir a jugar a los alrededores. Tomó el colectel de frutas para que Nixie lo volviera a regañar por no comer y negó con la cabeza. —No lo sé. Desapareció del mapa… sin dejar rastro —contestó, sintiéndose algo culpable de estar mintiendo, pero en los archivos oficiales era así. Había una gran marca roja sobre el expediente de la squib que decía “Sin resolver”, pero que ya había sido archivado porque tenían bastante tiempo sin saber nada de ella y no podían seguir gastando recursos en un caso que no llevaba a ningún lado, cuando había cosas del día a día que requerían su atención.
Se llevó un trozo de melocotón a la boca y la miró sonriente. —Claro que estoy muy orgulloso de ti, mi vida —respondió tras pasar bocado y entrelazó los dedos con los de ella por sobre la mesa—. ¿Ya sabes lo que quieres hacer cuando salgas de Hogwarts? —le preguntó, pues, aunque habían hablado un par de veces sobre ello, nunca estaba de más tener las metas claras y frescas en la mente—. La nueva casa está cerca de una escuela infantil de magia, privada, y Eva puede asistir ahí para que no esté tanto tiempo sola en casa, o igual Narella aseguró que puede seguir yendo a cuidarla —comentó, mencionando la disponibilidad de la vieja niñera de su hija y para que Nixie no sintiese presión de que debía de quedarse siendo una ama de casa al terminar sus estudios.
—¡No, mami! ¡Estoy bien! —gritó Eva, volteando a ver a sus papis y agitando sus manitas, aunque luego volteó a ver a la rana y frunció su carita al notar que ya se había escapado de ahí. Así que comenzó a husmear más por los alrededores en busca de otra cosa interesante que hacer.
Salem tenía como filosofía proteger a su hija, sí, pero también enseñarla a no temerle a nada, no solo porque un día él ya no iba a estar ahí para cuidarla, sino porque la pequeña pasaba demasiado tiempo sola en casa y era en su mejor interés que se supiera defender cuando él estaba fuera. Fuese lo que fuese, Eva era una niña muy autosuficiente, mimada y caprichosa por ser hija única, pero también muy madura para su corta edad. —Lo sé, pero se me hizo tarde en el trabajo y si no nos apurábamos no íbamos a poder verte —volvió a justificarse, sosteniéndole la mirada y sonriéndole, pues no era su intención discutir por algo tan trivial.
Cerró los ojos e hizo una mueca ante el pellizco en su rostro. —Lo que diga mi brujita —accedió a comer, aunque luego se le olvidó por estar cargando a su hija, quien comía animadamente su manzanita. —Lo siento —se disculpó la niña, sonrojándose un poco por estar comiendo tan de prisa y ya con toda la carita manchada de chile. Salem rio y la limpió con su pañuelo. —¡Yo quiero estar aquí y ser como mami! —gritó emocionada al escuchar lo que decía su mamá—. ¿Y vendrán a verme? —preguntó de repente, cayendo en cuenta que si estudiaba ahí se tendría que quedar en el castillo y no podría estar en casa, así como pasaba con su mamá.
—Siempre que quieras, princesa —respondió Salem enseguida y luego la dejó ir a jugar a los alrededores. Tomó el colectel de frutas para que Nixie lo volviera a regañar por no comer y negó con la cabeza. —No lo sé. Desapareció del mapa… sin dejar rastro —contestó, sintiéndose algo culpable de estar mintiendo, pero en los archivos oficiales era así. Había una gran marca roja sobre el expediente de la squib que decía “Sin resolver”, pero que ya había sido archivado porque tenían bastante tiempo sin saber nada de ella y no podían seguir gastando recursos en un caso que no llevaba a ningún lado, cuando había cosas del día a día que requerían su atención.
Se llevó un trozo de melocotón a la boca y la miró sonriente. —Claro que estoy muy orgulloso de ti, mi vida —respondió tras pasar bocado y entrelazó los dedos con los de ella por sobre la mesa—. ¿Ya sabes lo que quieres hacer cuando salgas de Hogwarts? —le preguntó, pues, aunque habían hablado un par de veces sobre ello, nunca estaba de más tener las metas claras y frescas en la mente—. La nueva casa está cerca de una escuela infantil de magia, privada, y Eva puede asistir ahí para que no esté tanto tiempo sola en casa, o igual Narella aseguró que puede seguir yendo a cuidarla —comentó, mencionando la disponibilidad de la vieja niñera de su hija y para que Nixie no sintiese presión de que debía de quedarse siendo una ama de casa al terminar sus estudios.
—¡No, mami! ¡Estoy bien! —gritó Eva, volteando a ver a sus papis y agitando sus manitas, aunque luego volteó a ver a la rana y frunció su carita al notar que ya se había escapado de ahí. Así que comenzó a husmear más por los alrededores en busca de otra cosa interesante que hacer.
Re: Summertime sadness ~ Salem
Se mordió el labio inferior al percatarse de que quizás estaba exagerando con su preocupación por un pequeño incidente que no lo valía. Aun así, no podía evitarlo teniendo en cuenta de que ella no se encontraba en casa para proteger a su pequeña hija. Se disculpó con la mirada por el puchero que hacía la menor. —No puedes culparme por preocuparme por nuestra hija. Es lo más hermoso que tenemos en la vida, Salem—le recordó a su esposo, aunque al escuchar los hechos, no se oían tan mal como ella pensaba. Miró a Salem y Eva alternadamente, enternecida por la carita que ponía su hija.
—Bueno, me alegro que nuestro monstruito se haya defendido. ¿Entonces los duendes se fueron?—preguntó al final. Ver a su hija como una niña fuerte e independiente le hizo sentir culpable en cierta forma. Era tan chiquita y en los años indispensables de su vida Nixie no había estado muy presente por terminar la escuela. Aunque se sentía un poco mejor al pensar que en pocos meses estaría con ella para dedicarle todo su tiempo, aunque sus planes de continuar trabajando no eran algo que podía dejar aparte. Nixie le dirigió una mirada a Salem, pero al final, aquello no se lo pudo reprochar.
—Tienes un punto. Te perdono—bromeó ella, sin soltar su mano, la cual siempre le había brindado seguridad y bienestar. Permitió que tanto padre e hija comieran a gusto, aunque le hubiera gustado que quieran algo más apropiado, no se podía quejar, la fruta estaba realmente buena y los tres la estaban disfrutando. —Monstruito, ya te ensuciaste—dijo la castaña frunciendo el ceño, aunque Salem rápidamente le limpió la boquita. —Eres tan adorable—y acto seguido, beso su frente amorosamente.
Asintió a las palabras de la mejor, acariciando su cabello. —Serás incluso mejor, Eva. Eres una niña muy inteligente y seguro triunfarás en Hogwarts—animó ella, sonriéndole, aunque poco después pudo notar la preocupación de la menor. —Cada que visites el pueblo de Hogsmeade, vendremos a verte. Y te enviaremos cartas todos los días para estar comunicados—afirmó ella, para que ella supiera que siempre estarían presentes en su vida académica. Cuando Eva se hubo alejado, la conversación adquirió un tono más adulto. Nixie se mordió el labio. —¿Y lo dejaran así como así? Sin por lo menos saber si su cuerpo…—bajó la voz. Imaginaba a la squib encontrada en alguna fosa clandestina del Ministerio de Magia. —Eso no hablara para nada bien del ministerio. A como están las cosas, el sistema resulta decadente. Asumo que supiste que el Ministerio mandó a inspeccionar las casas de los ex mortífagos para ver que había. Mis tíos estaban inconformes—.
Ante la pregunta de Salem, Nixie asintió suavemente. —Quiero ser inefable, como lo fue mi tía Rebekah antes de cambiarse de departamento—comentó. —Así que lo más probable es que entre a la Academia de Misterios—añadió. Luego, frunció el ceño. —Bueno, podemos meterla a la escuela solo si ella quiere. Aunque dudo que acepte sabiendo que estaré en casa de ahora en adelante—rió un poco al imaginarse la escena con su hija. —Igual, Narella no tiene por qué irse o dejar de cuidar a Eva. Se ha encariñado con ella y no me gustaría que se separaran abruptamente—le recordó a Salem.
No perdió de vista a su hija por temor a que le fuera a pasar algo. Aunque la vio bastante entretenida. Volvió la vista a Salem. —¿No le hará falta un hermanito?—preguntó, apretando su mano. Aun el recuerdo del bebé que había perdido estaba presente y lo peor era que Eva lo sabía aunque no se mostraba afectada. Cuando Eva supo que iba a tener un hermanito, parecía emocionada por la idea. Luego de enterarse que al final el hermanito no venía, no parecía tan animada como antes.
—Bueno, me alegro que nuestro monstruito se haya defendido. ¿Entonces los duendes se fueron?—preguntó al final. Ver a su hija como una niña fuerte e independiente le hizo sentir culpable en cierta forma. Era tan chiquita y en los años indispensables de su vida Nixie no había estado muy presente por terminar la escuela. Aunque se sentía un poco mejor al pensar que en pocos meses estaría con ella para dedicarle todo su tiempo, aunque sus planes de continuar trabajando no eran algo que podía dejar aparte. Nixie le dirigió una mirada a Salem, pero al final, aquello no se lo pudo reprochar.
—Tienes un punto. Te perdono—bromeó ella, sin soltar su mano, la cual siempre le había brindado seguridad y bienestar. Permitió que tanto padre e hija comieran a gusto, aunque le hubiera gustado que quieran algo más apropiado, no se podía quejar, la fruta estaba realmente buena y los tres la estaban disfrutando. —Monstruito, ya te ensuciaste—dijo la castaña frunciendo el ceño, aunque Salem rápidamente le limpió la boquita. —Eres tan adorable—y acto seguido, beso su frente amorosamente.
Asintió a las palabras de la mejor, acariciando su cabello. —Serás incluso mejor, Eva. Eres una niña muy inteligente y seguro triunfarás en Hogwarts—animó ella, sonriéndole, aunque poco después pudo notar la preocupación de la menor. —Cada que visites el pueblo de Hogsmeade, vendremos a verte. Y te enviaremos cartas todos los días para estar comunicados—afirmó ella, para que ella supiera que siempre estarían presentes en su vida académica. Cuando Eva se hubo alejado, la conversación adquirió un tono más adulto. Nixie se mordió el labio. —¿Y lo dejaran así como así? Sin por lo menos saber si su cuerpo…—bajó la voz. Imaginaba a la squib encontrada en alguna fosa clandestina del Ministerio de Magia. —Eso no hablara para nada bien del ministerio. A como están las cosas, el sistema resulta decadente. Asumo que supiste que el Ministerio mandó a inspeccionar las casas de los ex mortífagos para ver que había. Mis tíos estaban inconformes—.
Ante la pregunta de Salem, Nixie asintió suavemente. —Quiero ser inefable, como lo fue mi tía Rebekah antes de cambiarse de departamento—comentó. —Así que lo más probable es que entre a la Academia de Misterios—añadió. Luego, frunció el ceño. —Bueno, podemos meterla a la escuela solo si ella quiere. Aunque dudo que acepte sabiendo que estaré en casa de ahora en adelante—rió un poco al imaginarse la escena con su hija. —Igual, Narella no tiene por qué irse o dejar de cuidar a Eva. Se ha encariñado con ella y no me gustaría que se separaran abruptamente—le recordó a Salem.
No perdió de vista a su hija por temor a que le fuera a pasar algo. Aunque la vio bastante entretenida. Volvió la vista a Salem. —¿No le hará falta un hermanito?—preguntó, apretando su mano. Aun el recuerdo del bebé que había perdido estaba presente y lo peor era que Eva lo sabía aunque no se mostraba afectada. Cuando Eva supo que iba a tener un hermanito, parecía emocionada por la idea. Luego de enterarse que al final el hermanito no venía, no parecía tan animada como antes.
Re: Summertime sadness ~ Salem
Suspiró y le sonrió a su esposa. —Lo sé, mi vida y no te culpo. Ustedes son lo más hermoso que tengo y me preocupo por ustedes. Así que créeme que yo sería el primero en actuar si algo amenazara a nuestra hija —replicó tranquilamente, inclinándose lo suficiente para darle un beso en la frente a su esposa. Siendo honesto, entendía a Nixie, pues él a veces exageraba cuando se trataba de ella.
Aunque sonara raro, Salem no dejaba de ver a su mujer como una niña en varios aspectos y el instinto paternal que había surgido desde que la conoció se mantenía aun presente en su relación, por mucho y que esta se hubiese tornado en amor de pareja con el tiempo. Sí, aquello sonaba retorcido, mas él tenía las cosas muy claras en su cabeza. A diferencia de con Eva, a quien quería cuidar y educar como una niña fuerte y autosuficiente, a Nixie la quería solamente para él. Egoístamente deseaba que ella siempre dependiera de él, que le necesitara y él poder estar ahí para cuidarla, mimarla y satisfacerla en todo lo que se le antojara.
—Sí amor, se fueron —respondió y luego volvió a sonreír, asintiendo—. Gracias —volvió a besarla tras recibir su “perdón” y rió ligeramente por la situación. Era agradable estar ahí, los tres juntos, como la pequeña familia que eran, disfrutando mutuamente de la compañía, comiendo fruta y charlando de manera casi trivial. ¿Se podía pedir mayor felicidad en la vida? Era fácil dejarse llevar por la presión y estrés del día a día, los problemas de índole mayor que no solo los involucraban a ellos sino a toda la comunidad mágica, pero aun con todo ello, momentos así eran los que lo valían todo, los que le daban sentido a estar vivo y llenaban de alegría.
Eva se sonrojó mucho por lo ocurrido e intentó ser más cuidadosa mientras comía. Después asintió con la cabecita, ya que tenía la boca llena de fruta, ante las palabras de su mami, sintiéndose feliz de que la fuese a ir a visitar y de que iban a poder hablar todos los días. —¡Sí! ¡Practicaré más mi escritura para escribir cartitas todos los días! —exclamó animada, pues aunque ya había aprendido a escribir un poco, aun necesitaba ayuda de su papi, su nana y los elfos cuando quería mandarle cartas a mamá y a veces terminaba mejor haciendo dibujos para expresar lo que quería decir.
Cuando la conversación se tornó más seria, Salem cambió ligeramente su semblante. Sabía a lo que se refería Nixie, pero también estaba a favor de que el asunto terminara ahí. Si no se investigaba, Ivory podía simplemente desaparecer del mapa y respirar tranquilamente. A veces la incompetencia del Ministerio servía a favor de algunos. En otras ocasiones había que entender que sencillamente lo que algunos pedían era irrealista. —El expediente ha sido archivado. No hay mucho que podamos hacer —respondió y suspiró de nuevo—. Lo supe, me opuse y me mandaron mucho al carajo —dijo con una risa ligera, burlándose de su situación, aunque su expresión delataba lo molesto que se encontraba por aquello—. Si no han ido a voltear los muebles de nuestra casa es porque trabajo para ellos y vivo con dos niñas, así que no consideran a nuestra familia una amenaza —añadió, repitiendo las mismas palabras que le habían dicho sus superiores. Sí, él también estaba inconforme, pero tenía que jugar con las reglas del sistema si quería seguir teniendo la varita por el mango.
—Entrarás a la academia entonces… —comentó segundos antes de que ella corroborara sus palabras. En el fondo no le agradaba mucho aquella idea, pero no iba a ser él quien la limitara. Al fin y al cabo, aunque la quisiera a su lado, no era su intención hacerla infeliz—. Ya hablé con ella y le emocionó la idea de conocer a otros niños de su edad —explicó Salem, refiriéndose a lo de Eva—. Aunque seguramente cuando te vea en casa no se va a querer separar de ti —añadió enseguida con una pequeña risa—. Lo sé, pero la mujer también ya está vieja y eso de que solo se mueve en escoba porque no confía en la red flud no es muy conveniente que digamos —comentó, encogiéndose de hombros—. Igual no te preocupes tanto. Aunque los cambios que vienen son muchos y drásticos, todo estará bien mientras estemos juntos —la animó, apretando su mano con un poco de fuerza.
La última pregunta tomó a Salem por sorpresa y enseguida voleó a ver hacia donde estaba Eva. La pequeña hablaba en esos momentos con una rana, quien curiosamente le miraba como si realmente le estuviese entendiendo. Y aunque la escena era adorable, también era algo triste pensar que su hija se encontraba tan solita que no tenía con quién jugar. —Quizá… un hermanito —repitió en voz alta, quedándose pensativo. No hacía mucho acababan de perder un bebe y Salem no estaba seguro de cómo abordar el tema sin sentirse culpable por lo ocurrido. Aun así, volteó a ver a Nixie con una sonrisa.
Aunque sonara raro, Salem no dejaba de ver a su mujer como una niña en varios aspectos y el instinto paternal que había surgido desde que la conoció se mantenía aun presente en su relación, por mucho y que esta se hubiese tornado en amor de pareja con el tiempo. Sí, aquello sonaba retorcido, mas él tenía las cosas muy claras en su cabeza. A diferencia de con Eva, a quien quería cuidar y educar como una niña fuerte y autosuficiente, a Nixie la quería solamente para él. Egoístamente deseaba que ella siempre dependiera de él, que le necesitara y él poder estar ahí para cuidarla, mimarla y satisfacerla en todo lo que se le antojara.
—Sí amor, se fueron —respondió y luego volvió a sonreír, asintiendo—. Gracias —volvió a besarla tras recibir su “perdón” y rió ligeramente por la situación. Era agradable estar ahí, los tres juntos, como la pequeña familia que eran, disfrutando mutuamente de la compañía, comiendo fruta y charlando de manera casi trivial. ¿Se podía pedir mayor felicidad en la vida? Era fácil dejarse llevar por la presión y estrés del día a día, los problemas de índole mayor que no solo los involucraban a ellos sino a toda la comunidad mágica, pero aun con todo ello, momentos así eran los que lo valían todo, los que le daban sentido a estar vivo y llenaban de alegría.
Eva se sonrojó mucho por lo ocurrido e intentó ser más cuidadosa mientras comía. Después asintió con la cabecita, ya que tenía la boca llena de fruta, ante las palabras de su mami, sintiéndose feliz de que la fuese a ir a visitar y de que iban a poder hablar todos los días. —¡Sí! ¡Practicaré más mi escritura para escribir cartitas todos los días! —exclamó animada, pues aunque ya había aprendido a escribir un poco, aun necesitaba ayuda de su papi, su nana y los elfos cuando quería mandarle cartas a mamá y a veces terminaba mejor haciendo dibujos para expresar lo que quería decir.
Cuando la conversación se tornó más seria, Salem cambió ligeramente su semblante. Sabía a lo que se refería Nixie, pero también estaba a favor de que el asunto terminara ahí. Si no se investigaba, Ivory podía simplemente desaparecer del mapa y respirar tranquilamente. A veces la incompetencia del Ministerio servía a favor de algunos. En otras ocasiones había que entender que sencillamente lo que algunos pedían era irrealista. —El expediente ha sido archivado. No hay mucho que podamos hacer —respondió y suspiró de nuevo—. Lo supe, me opuse y me mandaron mucho al carajo —dijo con una risa ligera, burlándose de su situación, aunque su expresión delataba lo molesto que se encontraba por aquello—. Si no han ido a voltear los muebles de nuestra casa es porque trabajo para ellos y vivo con dos niñas, así que no consideran a nuestra familia una amenaza —añadió, repitiendo las mismas palabras que le habían dicho sus superiores. Sí, él también estaba inconforme, pero tenía que jugar con las reglas del sistema si quería seguir teniendo la varita por el mango.
—Entrarás a la academia entonces… —comentó segundos antes de que ella corroborara sus palabras. En el fondo no le agradaba mucho aquella idea, pero no iba a ser él quien la limitara. Al fin y al cabo, aunque la quisiera a su lado, no era su intención hacerla infeliz—. Ya hablé con ella y le emocionó la idea de conocer a otros niños de su edad —explicó Salem, refiriéndose a lo de Eva—. Aunque seguramente cuando te vea en casa no se va a querer separar de ti —añadió enseguida con una pequeña risa—. Lo sé, pero la mujer también ya está vieja y eso de que solo se mueve en escoba porque no confía en la red flud no es muy conveniente que digamos —comentó, encogiéndose de hombros—. Igual no te preocupes tanto. Aunque los cambios que vienen son muchos y drásticos, todo estará bien mientras estemos juntos —la animó, apretando su mano con un poco de fuerza.
La última pregunta tomó a Salem por sorpresa y enseguida voleó a ver hacia donde estaba Eva. La pequeña hablaba en esos momentos con una rana, quien curiosamente le miraba como si realmente le estuviese entendiendo. Y aunque la escena era adorable, también era algo triste pensar que su hija se encontraba tan solita que no tenía con quién jugar. —Quizá… un hermanito —repitió en voz alta, quedándose pensativo. No hacía mucho acababan de perder un bebe y Salem no estaba seguro de cómo abordar el tema sin sentirse culpable por lo ocurrido. Aun así, volteó a ver a Nixie con una sonrisa.
Re: Summertime sadness ~ Salem
Ella a su vez, sonrió. —Lo sé cariño, eres demasiado sobreprotector con ambas, como si no te conociera— se burló un poco ella pero la verdad es que eso de Salem le encantaba. Incluso, la gente podría decirle a Nixie que su esposo era posesivo, celoso, manipulador, controlador, sobreprotector y muchos adjetivos más. Lo cierto era que a ella poco podía importarle, le parecía sexy ese tipo de comportamiento que él tenía con ella. Galatea le había dicho una vez que aquello incluso sonaba como una relación enfermiza. Para la castaña, era perfecta.
Cerró los ojos por la calidez de aquel beso en su frente. Siempre deseaba más, pero al estar en un lugar público y con Eva jugando por ahí, poco podían hacer. Cuando estaban en casa, aprovechaban los momentos en que la pequeña tomaba su siesta o la ducha, ya que pocas veces Eva los dejaba solos, y cuando lo hacían, su hija se sentía mal y excluida, lloraba por lo que ambos cedían a que se quedara con ellos. Antes de que se separa por completo de ella, lo besó.
—Me alegro. Los duendecillos no me gustan mucho—admitió ella, luego, al ver que Salem había dejado de comer, prácticamente ella tomó el tenedor con fruta y se lo dio en la boca para que comiera. No le gustaba que Salem o Eva se pasaran varias horas sin comer, porque eso tarde o temprano afectaba a la salud de ambos. Volvió su vista a Eva quien seguía explorando por ahí. —Se parece mucho a ti, ¿sabes?—le dijo a su esposo. Luego se giró a su hija. —Ya comienzas a hacerlo bien, princesa. Con un poco más de práctica, tendrás una hermosa letra—a continuación añadió—Además, tus dotes artísticos son inigualables para tu edad. ¿No te gustaría entrar a estudiar algo de pintura, preciosa?—le preguntó. Su hija hacia unos dibujos realmente bonitos. Ella los había guardado todos en un cuaderno.
Nixie asintió suavemente. —La conocí brevemente, cuando ella aun estudiaba aquí. De alguna forma siento pena por ella, tuvo una vida muy difícil, incluso más de lo que yo pude haber tenido—murmuró suavemente. —No entiendo porque lo hacen ahora. Han pasado demasiados años. Además, ¿Por qué revisarían nuestra casa? ¿Es porque estas casado con una Dolohov?—preguntó—No tienen derecho amor—replicó ella. Se mordió el labio inferior. —Aun lo estoy pensando, ¿sabes? Le prometí a Eva que me quedaría con ella, pero todo depende de lo que diga nuestra pequeña—añadió.
Rió dulcemente. —Ella es tan adorable, por mi si ambas nos quedamos en casa está bien, pero también quiero que Eva conviva con otros niños para que tenga amigos—afirmó ella. —Pobre Narella. Deberíamos considerar la idea de dejarla descansar. Ya es muy grande y ella también necesita cuidados—comentó un poco para sí—Peroooo, siempre estaremos juntos, Salem. Esos fueron nuestros votos en la boda—le recordó y apretó su mano. También miró a Eva. Le resultaba encantador la forma en que la niña se relacionaba con la naturaleza. La amaba, le gustaban los animales. —Un día de estos, nuestra casa se convertirá en un zoológico con todos los animalitos que Eva adopta para cuidarlos. Quizás de grande, se dedique al cuidado de criaturas mágicas, ¿no crees?—le preguntó a su esposo.
Cerró los ojos por la calidez de aquel beso en su frente. Siempre deseaba más, pero al estar en un lugar público y con Eva jugando por ahí, poco podían hacer. Cuando estaban en casa, aprovechaban los momentos en que la pequeña tomaba su siesta o la ducha, ya que pocas veces Eva los dejaba solos, y cuando lo hacían, su hija se sentía mal y excluida, lloraba por lo que ambos cedían a que se quedara con ellos. Antes de que se separa por completo de ella, lo besó.
—Me alegro. Los duendecillos no me gustan mucho—admitió ella, luego, al ver que Salem había dejado de comer, prácticamente ella tomó el tenedor con fruta y se lo dio en la boca para que comiera. No le gustaba que Salem o Eva se pasaran varias horas sin comer, porque eso tarde o temprano afectaba a la salud de ambos. Volvió su vista a Eva quien seguía explorando por ahí. —Se parece mucho a ti, ¿sabes?—le dijo a su esposo. Luego se giró a su hija. —Ya comienzas a hacerlo bien, princesa. Con un poco más de práctica, tendrás una hermosa letra—a continuación añadió—Además, tus dotes artísticos son inigualables para tu edad. ¿No te gustaría entrar a estudiar algo de pintura, preciosa?—le preguntó. Su hija hacia unos dibujos realmente bonitos. Ella los había guardado todos en un cuaderno.
Nixie asintió suavemente. —La conocí brevemente, cuando ella aun estudiaba aquí. De alguna forma siento pena por ella, tuvo una vida muy difícil, incluso más de lo que yo pude haber tenido—murmuró suavemente. —No entiendo porque lo hacen ahora. Han pasado demasiados años. Además, ¿Por qué revisarían nuestra casa? ¿Es porque estas casado con una Dolohov?—preguntó—No tienen derecho amor—replicó ella. Se mordió el labio inferior. —Aun lo estoy pensando, ¿sabes? Le prometí a Eva que me quedaría con ella, pero todo depende de lo que diga nuestra pequeña—añadió.
Rió dulcemente. —Ella es tan adorable, por mi si ambas nos quedamos en casa está bien, pero también quiero que Eva conviva con otros niños para que tenga amigos—afirmó ella. —Pobre Narella. Deberíamos considerar la idea de dejarla descansar. Ya es muy grande y ella también necesita cuidados—comentó un poco para sí—Peroooo, siempre estaremos juntos, Salem. Esos fueron nuestros votos en la boda—le recordó y apretó su mano. También miró a Eva. Le resultaba encantador la forma en que la niña se relacionaba con la naturaleza. La amaba, le gustaban los animales. —Un día de estos, nuestra casa se convertirá en un zoológico con todos los animalitos que Eva adopta para cuidarlos. Quizás de grande, se dedique al cuidado de criaturas mágicas, ¿no crees?—le preguntó a su esposo.
Re: Summertime sadness ~ Salem
—Ustedes son mi vida —declaró nuevamente, pues nunca se cansaría de decirlo, ni de hacer todo lo que estuviera a su alcance para mantener a salvo a Nixie y a Eva. No había que darle demasiadas vueltas al asunto. Sencillamente, Salem era capaz de matar y morir por ellas dos, sin pensarlo dos veces.
Le sonrió y relamió discretamente los labios tras el beso. Él también necesitaba un poco más de su esposa, mas la situación no lo permitía. En otras ocasiones iba por su cuenta a visitar a Nixie, dejando a su pequeña hija con su nana Narella, para poder tener un poco de intimidad. Fuese como fuese, no dejaba de ser un hombre y tenía ciertas necesidades que solo podía y quería saciar con ella. No por nada, hasta hacia no mucho su joven esposa esperaba un bebé.
Una pequeña risa se le escapó. —A nadie le gusta, son una plaga —corroboró y arqueó una ceja por la repentina acción de la menor. —Me mimas mucho —se quejó de alguna manera, divertido, pero no se opuso a la idea de que le diera la fruta en la boca, al contrario, la aceptó gustoso y aprovechando que Eva andaba a una distancia prudente, se dio el lujo de exagerar la manera en la que saboreaba cada bocado, llegando incluso a lamer de manera sugerente las fresas antes de morderlas y giñarle juguetonamente el ojo a su esposa. ¿Quién decía que el coqueteo debía de terminar con el tiempo? Que estuvieran juntos no significaba que tuviesen que dejar de seducirse el uno al otro.
—Es mi hija —respondió con orgullo, mirando a Eva, quien se acercaba a ellos con una sonrisa—. Nuestra hija —reiteró, volteando a ver a Nixie. —¿Estudiar pintura? —preguntó la pequeña con su vocesita y ladeando la cabeza hacia ambos lados, mirando a sus papis como en espera de una explicación. —¿No voy a estudiar magia? —añadió ingenua, manifestando su confusión por la repentina oferta que le acaba de hacer su mami, pero terminó haciendo una muequita, cuando notó que la rana que andaba siguiendo saltaba entre unas plantas ahí cerca, por lo que salió corriendo hacia ahí.
Salem escuchó en silencio lo que Nixie tenía que decir con respecto al tema. Terminó de comerse la fruta por su cuenta y suspiró con cansancio. Compartía la opinión de su esposa, desde lo que pensaba de Ivory, hasta lo ridículo que era lo que estaba haciendo el Ministerio. —No estoy del todo seguro qué es lo que pasa por la cabeza de esos tipos, pero el problema es que sí tienen derecho, siendo la ley, es su obligación “tomar medidas de seguridad ante posibles amenazas” —explicó de mala gana—. Es estúpido que nos consideren una amenaza únicamente por estar relacionados con familias de sangre limpia, pero el resto de la comunidad mágica no lo ve así —añadió con fastidio y negando con la cabeza en desaprobación.
Sonrió un poco con el tema de Eva y se levantó de la silla para estirarse, convenientemente la camisa se le desfajó al extender los brazos hacia arriba, dándole a Nixie una vista en primer plano de su abdomen. —Eva no querrá salir de casa si sabe que estarás ahí —declaró con mucha seguridad y riendo, permaneciendo de pie y buscando a la pequeñita con la mirada para asegurarse de que siguiera todo bien con ella—. Podría irse a vivir con nosotros —propuso con respecto a Narella—. Nuestros elfos podrían cuidarla y ella cuidar de Eva y de ti cuando yo estoy trabajando —añadió, pues se había plantado aquella idea desde hacía mucho, finalmente, la bruja prácticamente vivía ahí, solo que todas las noches volvía a su casa en los suburbios, donde guardaba todos los recuerdos de una vida que pronto llegaría a ser de un siglo.
—Con votos o sin votos de por medio, mi amor, siempre estaremos juntos —le aseguró y rodeó la mesa en la que estaban para ponerse detrás de ella y abrazarla. Se sentó como pudo en la banca, echando las piernas a los costados del cuerpo de Nixie, pegándose a ella y rodeando su cintura con los brazos, aunque técnicamente quedó con el trasero en el aire y en un mal movimiento se irá de espaldas al suelo. —Nuestra casa ya es un zoológico, amor —le recordó divertido—. Tenemos desde murciélagos a cocodrilos —dijo suavemente, aprovechando la posición en la que estaban para darle besos en el hombro y parte del cuello—. Tal vez, aunque confieso que no me emociona esa idea… es un trabajo peligroso —admitió ante la pregunta—. Pero si eso la hace feliz, la apoyaré —agregó enseguida, sobre todo al ver a distancia que Eva reía mientras perseguía a las luciérnagas que comenzaban a volar por la orilla del lago.
Le sonrió y relamió discretamente los labios tras el beso. Él también necesitaba un poco más de su esposa, mas la situación no lo permitía. En otras ocasiones iba por su cuenta a visitar a Nixie, dejando a su pequeña hija con su nana Narella, para poder tener un poco de intimidad. Fuese como fuese, no dejaba de ser un hombre y tenía ciertas necesidades que solo podía y quería saciar con ella. No por nada, hasta hacia no mucho su joven esposa esperaba un bebé.
Una pequeña risa se le escapó. —A nadie le gusta, son una plaga —corroboró y arqueó una ceja por la repentina acción de la menor. —Me mimas mucho —se quejó de alguna manera, divertido, pero no se opuso a la idea de que le diera la fruta en la boca, al contrario, la aceptó gustoso y aprovechando que Eva andaba a una distancia prudente, se dio el lujo de exagerar la manera en la que saboreaba cada bocado, llegando incluso a lamer de manera sugerente las fresas antes de morderlas y giñarle juguetonamente el ojo a su esposa. ¿Quién decía que el coqueteo debía de terminar con el tiempo? Que estuvieran juntos no significaba que tuviesen que dejar de seducirse el uno al otro.
—Es mi hija —respondió con orgullo, mirando a Eva, quien se acercaba a ellos con una sonrisa—. Nuestra hija —reiteró, volteando a ver a Nixie. —¿Estudiar pintura? —preguntó la pequeña con su vocesita y ladeando la cabeza hacia ambos lados, mirando a sus papis como en espera de una explicación. —¿No voy a estudiar magia? —añadió ingenua, manifestando su confusión por la repentina oferta que le acaba de hacer su mami, pero terminó haciendo una muequita, cuando notó que la rana que andaba siguiendo saltaba entre unas plantas ahí cerca, por lo que salió corriendo hacia ahí.
Salem escuchó en silencio lo que Nixie tenía que decir con respecto al tema. Terminó de comerse la fruta por su cuenta y suspiró con cansancio. Compartía la opinión de su esposa, desde lo que pensaba de Ivory, hasta lo ridículo que era lo que estaba haciendo el Ministerio. —No estoy del todo seguro qué es lo que pasa por la cabeza de esos tipos, pero el problema es que sí tienen derecho, siendo la ley, es su obligación “tomar medidas de seguridad ante posibles amenazas” —explicó de mala gana—. Es estúpido que nos consideren una amenaza únicamente por estar relacionados con familias de sangre limpia, pero el resto de la comunidad mágica no lo ve así —añadió con fastidio y negando con la cabeza en desaprobación.
Sonrió un poco con el tema de Eva y se levantó de la silla para estirarse, convenientemente la camisa se le desfajó al extender los brazos hacia arriba, dándole a Nixie una vista en primer plano de su abdomen. —Eva no querrá salir de casa si sabe que estarás ahí —declaró con mucha seguridad y riendo, permaneciendo de pie y buscando a la pequeñita con la mirada para asegurarse de que siguiera todo bien con ella—. Podría irse a vivir con nosotros —propuso con respecto a Narella—. Nuestros elfos podrían cuidarla y ella cuidar de Eva y de ti cuando yo estoy trabajando —añadió, pues se había plantado aquella idea desde hacía mucho, finalmente, la bruja prácticamente vivía ahí, solo que todas las noches volvía a su casa en los suburbios, donde guardaba todos los recuerdos de una vida que pronto llegaría a ser de un siglo.
—Con votos o sin votos de por medio, mi amor, siempre estaremos juntos —le aseguró y rodeó la mesa en la que estaban para ponerse detrás de ella y abrazarla. Se sentó como pudo en la banca, echando las piernas a los costados del cuerpo de Nixie, pegándose a ella y rodeando su cintura con los brazos, aunque técnicamente quedó con el trasero en el aire y en un mal movimiento se irá de espaldas al suelo. —Nuestra casa ya es un zoológico, amor —le recordó divertido—. Tenemos desde murciélagos a cocodrilos —dijo suavemente, aprovechando la posición en la que estaban para darle besos en el hombro y parte del cuello—. Tal vez, aunque confieso que no me emociona esa idea… es un trabajo peligroso —admitió ante la pregunta—. Pero si eso la hace feliz, la apoyaré —agregó enseguida, sobre todo al ver a distancia que Eva reía mientras perseguía a las luciérnagas que comenzaban a volar por la orilla del lago.
Re: Summertime sadness ~ Salem
La sonrisa que adornó el rostro de Nixie, iluminó sus ojos. Jamás se imaginó una vida como ella, nunca se había visto a sí misma casada y con hijos dado que no había crecido en un hogar que pudiera ofrecerle un ejemplo como tal. Había aprendido de buenas a primeras con lo que Salem le había enseñado, con el pequeño pero amoroso hogar que habían formado los tres juntos. Él le había mostrado tantas cosas, y en corto tiempo, la castaña había madurado de una forma bastante acelerada. No tenía una adolescencia normal pero no la necesitaba ni la echaba de menos. Le gustaba la vida que tenía con Salem y con Eva.
Le dedicó una sonrisa traviesa tras aquel gesto sugerente marcado en sus labios. Salem sin duda era uno de los hombres más atractivos que Nixie hubiera visto jamás. Aunque ella no había tenido oportunidad de tener un novio antes de él, se sentía afortunada de tenerlo a su lado. Su esposo era el primer y único hombre en su vida, ella no necesitaba a nadie más. —¿Entonces estamos libres de duendecillos?—inquirió, nada más para corroborar. Luego de ello, soltó una risita divertida por sus palabras. —Eres mimable, no es mi culpa—se excusó sin poder borrar la sonrisa de felicidad plasmada en su rostro.
No pudo evitar morderse el labio inferior ante los gestos de su esposo. No se equivocaba al pensar que verlo comer era demasiado sexy, así que le dio un poco más de fruta para que terminara aquel coctel. Soltó una risita y se puso roja, aunque le dedicó una mirada sugerente. —Sí así te comes la fruta…—le dijo ella, con un tono un poquito más ronco de lo normal, se inclinó sobre la mesa para darle un beso. Arqueó suavemente una ceja, sintiéndose orgullosa de que su pequeña fuera tan hermosa y lista como su padre. Eran como dos gotas de agua. Y a ojos de Nixie era lo más perfecto que le pudo haber pasado en la vida, además de su esposo, claro.
—¿No te gustaría aprender a pintar y dibujar, preciosa?—preguntó ella, pues no hace mucho, en vacaciones, Eva había expresado su interés por tener lienzos en blanco, pinturas y caballetes como los que Salem tenía en su despacho. Ladeó la cabeza por la confusión pero luego negó, riendo educadamente. —Claro que vas a estudiar magia, Eva. Solo que para eso falta mucho tiempo. Tendrás que cumplir 11 años y aun te queda bastante, así que puedes estudiar alguna otra cosa que te guste mientras llegas a la edad para entrar a Hogwarts—aclaró Nixie, intentando ser lo más comprensible con su pequeña niña que volvía a jugar con la rana. —¿Crees que se la lleve a casa?—preguntó a Salem.
—Es horrible—comentó en general, negando con la cabeza y estremeciéndose por la sola idea de lo que el Ministerio podía llegar a hacer. Decidió dejar de lado el tema porque sencillamente a ambos los podía poner de malas y arruinar el momento perfecto que estaban teniendo. Cuando Salem se levantó de su asiento, Nixie no pudo evitar desviar la mirada hacia donde la camisa se había levantado. Dioses, si no hubieran estado en un lugar público y con Eva mirando, quizás le hubiera quitado la camisa para poder apreciar con mayor justicia el cuerpo de su esposo. Tenía marcado el abdomen y las líneas del “bikini”. Se relamió los labios, imaginando la infinidad de cosas que podría hacerle, más no las expresó por pena a que los pudieran escuchar, aunque se lo comunicó con la mirada.
Salem tenía razón. Eva no querría salir de casa sabiendo que Nixie estaría ahí pasando todo el día con ella. Y la idea de que Narella fuera a vivir con ellos también le parecía excelente. —Narella ya es de la familia. A mí me encantaría que se quedara con nosotros, no me gusta que este tiempo sola en su casa, podría tener un accidente y nosotros no enterarnos de nada…—murmuró pensativa. Se dejó abrazar cuando Salem se puso detrás de ella y se acomodó en la banca de tal forma que Salem quedara sentado y ella sobre su regazo para que ninguno fuera a caerse. Se dejó besar y hacer, sintiendo cosquillas en su cuello, soltando risitas divertidas por los mimos que recibía, suspirando por lo bien que se sentía. Se recargó en su pecho para sentir su calor. Cualquiera que desconociera su historia, simplemente podría ver a una pareja de novios disfrutando del día y a una pequeña niña jugando cerca de ellos, quizás la hermana de ella o la sobrina de él. —Y al parecer tendremos una rana en casa, ¿ves?—señaló a Eva, quien a pesar de jugar con unas luciérnagas, había metido a la rana en la bolsa delantera de su overol. —O tal vez sea una artista. Aun es tan pequeñita para saberlo…—volvió a suspirar e imaginó a Eva en unos años, sonrió.
Le dedicó una sonrisa traviesa tras aquel gesto sugerente marcado en sus labios. Salem sin duda era uno de los hombres más atractivos que Nixie hubiera visto jamás. Aunque ella no había tenido oportunidad de tener un novio antes de él, se sentía afortunada de tenerlo a su lado. Su esposo era el primer y único hombre en su vida, ella no necesitaba a nadie más. —¿Entonces estamos libres de duendecillos?—inquirió, nada más para corroborar. Luego de ello, soltó una risita divertida por sus palabras. —Eres mimable, no es mi culpa—se excusó sin poder borrar la sonrisa de felicidad plasmada en su rostro.
No pudo evitar morderse el labio inferior ante los gestos de su esposo. No se equivocaba al pensar que verlo comer era demasiado sexy, así que le dio un poco más de fruta para que terminara aquel coctel. Soltó una risita y se puso roja, aunque le dedicó una mirada sugerente. —Sí así te comes la fruta…—le dijo ella, con un tono un poquito más ronco de lo normal, se inclinó sobre la mesa para darle un beso. Arqueó suavemente una ceja, sintiéndose orgullosa de que su pequeña fuera tan hermosa y lista como su padre. Eran como dos gotas de agua. Y a ojos de Nixie era lo más perfecto que le pudo haber pasado en la vida, además de su esposo, claro.
—¿No te gustaría aprender a pintar y dibujar, preciosa?—preguntó ella, pues no hace mucho, en vacaciones, Eva había expresado su interés por tener lienzos en blanco, pinturas y caballetes como los que Salem tenía en su despacho. Ladeó la cabeza por la confusión pero luego negó, riendo educadamente. —Claro que vas a estudiar magia, Eva. Solo que para eso falta mucho tiempo. Tendrás que cumplir 11 años y aun te queda bastante, así que puedes estudiar alguna otra cosa que te guste mientras llegas a la edad para entrar a Hogwarts—aclaró Nixie, intentando ser lo más comprensible con su pequeña niña que volvía a jugar con la rana. —¿Crees que se la lleve a casa?—preguntó a Salem.
—Es horrible—comentó en general, negando con la cabeza y estremeciéndose por la sola idea de lo que el Ministerio podía llegar a hacer. Decidió dejar de lado el tema porque sencillamente a ambos los podía poner de malas y arruinar el momento perfecto que estaban teniendo. Cuando Salem se levantó de su asiento, Nixie no pudo evitar desviar la mirada hacia donde la camisa se había levantado. Dioses, si no hubieran estado en un lugar público y con Eva mirando, quizás le hubiera quitado la camisa para poder apreciar con mayor justicia el cuerpo de su esposo. Tenía marcado el abdomen y las líneas del “bikini”. Se relamió los labios, imaginando la infinidad de cosas que podría hacerle, más no las expresó por pena a que los pudieran escuchar, aunque se lo comunicó con la mirada.
Salem tenía razón. Eva no querría salir de casa sabiendo que Nixie estaría ahí pasando todo el día con ella. Y la idea de que Narella fuera a vivir con ellos también le parecía excelente. —Narella ya es de la familia. A mí me encantaría que se quedara con nosotros, no me gusta que este tiempo sola en su casa, podría tener un accidente y nosotros no enterarnos de nada…—murmuró pensativa. Se dejó abrazar cuando Salem se puso detrás de ella y se acomodó en la banca de tal forma que Salem quedara sentado y ella sobre su regazo para que ninguno fuera a caerse. Se dejó besar y hacer, sintiendo cosquillas en su cuello, soltando risitas divertidas por los mimos que recibía, suspirando por lo bien que se sentía. Se recargó en su pecho para sentir su calor. Cualquiera que desconociera su historia, simplemente podría ver a una pareja de novios disfrutando del día y a una pequeña niña jugando cerca de ellos, quizás la hermana de ella o la sobrina de él. —Y al parecer tendremos una rana en casa, ¿ves?—señaló a Eva, quien a pesar de jugar con unas luciérnagas, había metido a la rana en la bolsa delantera de su overol. —O tal vez sea una artista. Aun es tan pequeñita para saberlo…—volvió a suspirar e imaginó a Eva en unos años, sonrió.
Re: Summertime sadness ~ Salem
Una pequeña risita se le escapó nuevamente al escuchar la pregunta de Nixie, tan inocente como si fuese una niña pequeña. Aunque, en teoría, su esposa seguía siendo una niña, apenas y había cumplido la mayoría de edad hacía meses atrás, y por más enfermizo que les pareciera a algunos, a él le gustaba que fuese así. Le fascinaba la idea de que Nixie se mostrara siempre tan ingenua y necesitara tanto de él para aprender o estar segura de las cosas. —No, no hay duendes —corroboró y dejó el tema en el olvido, dejándose mimar un poco más por su esposa.
Continuó con el jugueteo y los gestos sugestivos un poco más. La verdad era que en esos momentos tenía ganas de dejarse llevar por sus instintos. Hacía buen tiempo que él y Nixie no tenía intimidad, sobre todo por las diversas situaciones que se habían dado y que les había impedido reunirse, tomando en cuenta las escasas ocasiones en las que de por sí ya se podían ver dado el hecho de que Nixie seguía en el colegio. Salem contaba los días para que su esposa se graduara finalmente y, aunque no la tuviera en casa todo el día, poder estar con ella de manera más accesible.
—Tú sabes bien como me como otras cosas —replicó con el mismo tono ronco y no dudó un instante en corresponder el beso. Desgraciadamente fue un beso demasiado corto para su gusto.
Eva por su parte hizo un pucherito y se quedó pensativa unos segundos. —¡Si quiero! —declaró entusiasta tras escuchar la explicación de su mami. Si podía aprender a pintar y a hacer otras cosas, además de ir a Hogwarts a aprender a hacer magia, ella lo quería todo. ¡Todo de todo para ella! Así de consentida la tenían sus papis. —¿También puedo aprender a bailar? —preguntó curiosa, con sus ojitos llenos de ilusión, pues la noche anterior su nana Narella le había contado la historia de una princesa que danzaba y se convertía en cisne. Desde entonces andaba dando saltitos y piruetas por ahí.
Perdida en su propio mundo, alejada de toda la basura política que afectaba a la sociedad mágica, Eva continuó jugando con la rana. Una vez había escuchado que las ranas se volvían príncipes y ella quería saber si era verdad. Muy por el contrario, el ambiente se tensó un poco para Salem y Nixie, quienes al final prefirieron no profundizar demasiado en el tema de lo que el Ministerio hacía o dejaba de hacer. Por mucho que quisieran cambiar el sistema y esperaran que las cosas mejoraran por el bien del futuro de su hija, la verdad era que lo único que les quedaba a esas alturas era adaptarse, sobrevivir y sacar lo mejor de cada día para su familia.
—Entonces no se diga más. Mañana mismo hablaré con ella —declaró Salem con respecto al tema de Narella, sonriendo un poco—. Será lo mejor. Ya verás —la animó y se acurrucó con ella, aprovechando la posición en la que había quedado—. Hueles rico —susurró mientras le daba mimosos besos en su cuello y no la soltaba. Su cuerpo pedía a gritos el contacto con el de su mujer, aunque sabía que la situación no era apropiada para hacer nada más íntimo que aquellos besos y caricias inocentes.
Rio un poco al escuchar aquel comentario y volteó a mirar a su hija. —Tendremos que montar un zoológico a estas alturas —replicó divertido, siguiendo con la vista a Eva y negando con la cabeza—. Es nuestra pequeñita… y pronto crecerá. El tiempo pasa más rápido de lo que uno espera, mi amor —le recordó con algo de nostalgia en sus palabras, pues parecía que apenas había sido ayer cuando había visto a la pequeña Nixie por primera vez, tierna, frágil e inocente, con sus enormes ojos azules, su cabello rubio algo alborotado y el uniforme de Hogwarts que le quedaba más grande de lo normal. ¿Quién hubiera dicho en aquel entonces que esa niña terminaría siendo su esposa y madre de sus hijos?
Continuó con el jugueteo y los gestos sugestivos un poco más. La verdad era que en esos momentos tenía ganas de dejarse llevar por sus instintos. Hacía buen tiempo que él y Nixie no tenía intimidad, sobre todo por las diversas situaciones que se habían dado y que les había impedido reunirse, tomando en cuenta las escasas ocasiones en las que de por sí ya se podían ver dado el hecho de que Nixie seguía en el colegio. Salem contaba los días para que su esposa se graduara finalmente y, aunque no la tuviera en casa todo el día, poder estar con ella de manera más accesible.
—Tú sabes bien como me como otras cosas —replicó con el mismo tono ronco y no dudó un instante en corresponder el beso. Desgraciadamente fue un beso demasiado corto para su gusto.
Eva por su parte hizo un pucherito y se quedó pensativa unos segundos. —¡Si quiero! —declaró entusiasta tras escuchar la explicación de su mami. Si podía aprender a pintar y a hacer otras cosas, además de ir a Hogwarts a aprender a hacer magia, ella lo quería todo. ¡Todo de todo para ella! Así de consentida la tenían sus papis. —¿También puedo aprender a bailar? —preguntó curiosa, con sus ojitos llenos de ilusión, pues la noche anterior su nana Narella le había contado la historia de una princesa que danzaba y se convertía en cisne. Desde entonces andaba dando saltitos y piruetas por ahí.
Perdida en su propio mundo, alejada de toda la basura política que afectaba a la sociedad mágica, Eva continuó jugando con la rana. Una vez había escuchado que las ranas se volvían príncipes y ella quería saber si era verdad. Muy por el contrario, el ambiente se tensó un poco para Salem y Nixie, quienes al final prefirieron no profundizar demasiado en el tema de lo que el Ministerio hacía o dejaba de hacer. Por mucho que quisieran cambiar el sistema y esperaran que las cosas mejoraran por el bien del futuro de su hija, la verdad era que lo único que les quedaba a esas alturas era adaptarse, sobrevivir y sacar lo mejor de cada día para su familia.
—Entonces no se diga más. Mañana mismo hablaré con ella —declaró Salem con respecto al tema de Narella, sonriendo un poco—. Será lo mejor. Ya verás —la animó y se acurrucó con ella, aprovechando la posición en la que había quedado—. Hueles rico —susurró mientras le daba mimosos besos en su cuello y no la soltaba. Su cuerpo pedía a gritos el contacto con el de su mujer, aunque sabía que la situación no era apropiada para hacer nada más íntimo que aquellos besos y caricias inocentes.
Rio un poco al escuchar aquel comentario y volteó a mirar a su hija. —Tendremos que montar un zoológico a estas alturas —replicó divertido, siguiendo con la vista a Eva y negando con la cabeza—. Es nuestra pequeñita… y pronto crecerá. El tiempo pasa más rápido de lo que uno espera, mi amor —le recordó con algo de nostalgia en sus palabras, pues parecía que apenas había sido ayer cuando había visto a la pequeña Nixie por primera vez, tierna, frágil e inocente, con sus enormes ojos azules, su cabello rubio algo alborotado y el uniforme de Hogwarts que le quedaba más grande de lo normal. ¿Quién hubiera dicho en aquel entonces que esa niña terminaría siendo su esposa y madre de sus hijos?
Re: Summertime sadness ~ Salem
El tiempo pasaba volando y a decir verdad, Nixie había perdido el sentido del mismo. Pasaba siempre que estaba con su familia. Nunca se había imaginado semejante escenario ya que ella provenía de un hogar que desde antes de que naciera, había estado roto. Su madre poco le había interesado que creciera en uno o que creyera que en el futuro podría tenerlo. Y de hecho, durante su infancia y con la madurez que tenía para su edad, se había visualizado completamente sola. Ahora no solo tenía a su esposo y a su hija, si no que había descubierto que tenía un hermano mellizo. Su tío le había dicho que jamás estaría sola de nuevo y bendecía cada día que pasaba a su lado aunque muchas veces había una distancia de por medio.
—Bien, mejor así. Tampoco soy muy fan de los duendes—replicó ella, recordando que cuando era niña y estaba en el jardín de la mansión de sus tíos junto a las gemelas, había tenido que correr cuando unos duendes irrumpieron en el mismo y comenzaron a perseguirlas para tirarles del cabello. Quizás por eso la experiencia de vivir un evento similar le hacía detestarlos un poco. Se recargó en un regazo, sintiendo su calor contra ella, extrañaba dormir a su lado, sintiendo sus brazos alrededor de su frágil cintura. Extrañaba incluso cuando por las mañanas no la dejaba levantarse de la cama para prepararle el desayuno. Cada vez más ansiaba su regreso.
Y extrañaba otras cosas. La intimidad en aquellos meses era casi nula. El accidente que había tenido en Febrero le había hecho sentirse insegura, privando a Salem de sus necesidades masculinas. Y odiaba esa situación porque sabía que su esposo podía llegar a frustrarse aunque nunca lo hacía evidente. No se necesitaba ser un genio para intuirlo. —Lo siento—se le escapó muy por lo bajo. Se estremeció por sus palabras y no pudo evitar ponerse roja por la insinuación. —Sí, creo que por eso te has ganado el apodo de “lengua de plata”—rió suavemente y volvió a acomodarse.
Volvió su vista a Eva y sonrió por su entusiasmo. —Ya verás cómo te gusta, princesita. Quizás cuando seas más grande, seas toda una artística—comentó ella, confiada en que las habilidades de su hija le ayudarían en el futuro. Ladeó el rostro un tanto confundida pero volvió a asentir. —Baile, canto, lo que tú quieras—apoyó, aunque le gustaría saber porque de repente se había interesado por el baile, le preguntaría a Salem después. Dejaron a un lado la política, no era momento de discutir de ello así que sonrió por el cambio de tema. —Bien, espero no sea difícil convencerla—le comentó, pues la bruja podía ser un tanto testaruda en ocasiones.
—Salem, me haces cosquillas—se quejó por los mimos que estaba recibiendo pero no se apartó. Permaneció ahí, descansando en su regazo y disfrutando de su presencia. Rió un poco por el comentario. —¿Quién habrá enseñado a Eva a rescatar animalitos heridos?—le preguntó, un tanto divertida, luego hizo un puchero. —No quiero que crezca. Quiero que se quede así de pequeñita—se quejó un poco. Luego se quedaron ahí en silencio. Ya casi era tiempo de volver al castillo y de que ellos se fueran. Fue una triste despedida y Eva lloró un poco. Nixie le pidió que no lo hiciera así que la abrazó hasta que se calmó. Besó su frente, luego besó los labios de Salem. Cuando se marcharon, sintió que se llevaban una gran parte de ella.
—Bien, mejor así. Tampoco soy muy fan de los duendes—replicó ella, recordando que cuando era niña y estaba en el jardín de la mansión de sus tíos junto a las gemelas, había tenido que correr cuando unos duendes irrumpieron en el mismo y comenzaron a perseguirlas para tirarles del cabello. Quizás por eso la experiencia de vivir un evento similar le hacía detestarlos un poco. Se recargó en un regazo, sintiendo su calor contra ella, extrañaba dormir a su lado, sintiendo sus brazos alrededor de su frágil cintura. Extrañaba incluso cuando por las mañanas no la dejaba levantarse de la cama para prepararle el desayuno. Cada vez más ansiaba su regreso.
Y extrañaba otras cosas. La intimidad en aquellos meses era casi nula. El accidente que había tenido en Febrero le había hecho sentirse insegura, privando a Salem de sus necesidades masculinas. Y odiaba esa situación porque sabía que su esposo podía llegar a frustrarse aunque nunca lo hacía evidente. No se necesitaba ser un genio para intuirlo. —Lo siento—se le escapó muy por lo bajo. Se estremeció por sus palabras y no pudo evitar ponerse roja por la insinuación. —Sí, creo que por eso te has ganado el apodo de “lengua de plata”—rió suavemente y volvió a acomodarse.
Volvió su vista a Eva y sonrió por su entusiasmo. —Ya verás cómo te gusta, princesita. Quizás cuando seas más grande, seas toda una artística—comentó ella, confiada en que las habilidades de su hija le ayudarían en el futuro. Ladeó el rostro un tanto confundida pero volvió a asentir. —Baile, canto, lo que tú quieras—apoyó, aunque le gustaría saber porque de repente se había interesado por el baile, le preguntaría a Salem después. Dejaron a un lado la política, no era momento de discutir de ello así que sonrió por el cambio de tema. —Bien, espero no sea difícil convencerla—le comentó, pues la bruja podía ser un tanto testaruda en ocasiones.
—Salem, me haces cosquillas—se quejó por los mimos que estaba recibiendo pero no se apartó. Permaneció ahí, descansando en su regazo y disfrutando de su presencia. Rió un poco por el comentario. —¿Quién habrá enseñado a Eva a rescatar animalitos heridos?—le preguntó, un tanto divertida, luego hizo un puchero. —No quiero que crezca. Quiero que se quede así de pequeñita—se quejó un poco. Luego se quedaron ahí en silencio. Ya casi era tiempo de volver al castillo y de que ellos se fueran. Fue una triste despedida y Eva lloró un poco. Nixie le pidió que no lo hiciera así que la abrazó hasta que se calmó. Besó su frente, luego besó los labios de Salem. Cuando se marcharon, sintió que se llevaban una gran parte de ella.
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